Francisco Hernández Delgado
Fuente: Lancelot 10-03-1990

El pueblo de Nazaret se encuentra situado a 1393 metros de la Real Villa de Teguise en su actual configuración; tiene unos 250 años de existencia y su origen fue el cortijo de Ubigue, situado cerca de la montaña que lleva su nombre, y cuya construcción se remonta a los primeros años del siglo XVlll.
Ubigue es uno de los numerosos volcanes que, como Tahíche, Tejía, Maneje, Caldera de Zonzamas y Montaña Mina, formaron con sus erupciones la llanura de las cercanías de Teguise.
La existencia de asentamientos aborígenes en la zona de Nazaret está representada por el conjunto arqueológico de Los Cabezos, donde se han encontrado restos de muros y material aborigen en la superficie e indicios de enterramientos en las zonas cercanas.
La Montaña de Ubigue forma, de alguna manera, parte de la historia de la propia Villa de Teguise: al este de dicha montaña se encuentra el camino que desde Arrecife conducía a Teguise, y por allí pasaron los argelinos, turcos, franceses e ingleses en su marcha hacia la entonces capital de la isla (Teguise), y por el oeste se encuentra uno de los caminos utilizados por los aborígenes y normandos en su ruta desde el Rubicón a Famara y La Graciosa.
La llanura que ocupan hoy las primeras casas de Nazaret formaba parte de las tierras del antiguo cortijo de Ubigue, que contaba con una superficie que superaba las cincuenta fanegas, aunque su producción se limitaba a cereales y barrilla, y fue el interés por esta planta y sobre todo las erupciones volcánicas de 1730 lo que originó el primer asentamiento de la aldea de Nazaret.
La barrilla figuraba como principal riqueza de aquellos primeros habitantes de esta aldea; así, en la relación de «celadores» nombrados para la vigilancia de la quema de la barrilla en 1834, aparecen por la aldea de Nazaret dos celadores: José Sosa y Agustín Cabrera.
Y son estas dos personas las únicas que aparecen como representantes de Nazaret en la relación de contribuyentes del municipio correspondiente al año 1835, la primera con un tributo de 62 reales de vellón, y la segunda con 15.
Ya en 1860, la aldea de Nazaret cuenta con 33 habitantes y unos 10 edificios.
La llanura de tierra seca se va convirtiendo en fértiles huertas gracias al trabajo y el esfuerzo de hombres y mujeres de este pueblo que sobre los camellos traen la «arena negra» (lapilli volcánico), que extienden en las pequeñas parcelas que rodean sus blancas casas.
Su fe y el convencimiento de que no sólo las obras realizadas en la tierra harán brotar las semillas, les mueve a construir una pequeña ermita dedicada a María Difunta y ahora con el nombre de Ntra. Sra. de Nazaret, con la finalidad de ofrecer las rogativas por las lluvias, tan escasas en aquella época.
Así nace el nuevo paisaje de Nazaret, formado por las negras arenas de sus tierras y el blanco de sus siempre limpias casas, cuya belleza reflejó Agustín Espinosa en su obra «Lancelot, 28° – 7º»
«Obra de paralelepípedos blancos sobre los que el cielo ha desenrollado su hule azul, húmedo aún de la nocturna zambullida marina».
«Un oriente joven, hondo, puro, ha trazado las rayas blancas, ha desenrollado el hule azul, ha empujado este aire limpio sobre Nazaret».
«Hasta las nubes bajas que la tarde ha traído sobre Nazaret han ido buscando el paralelismo de sus aéreos prismas imperfectos del cielo con los paralelepípedos perfectos de la tierra. Las casas de Nazaret piensan entonces que se están mirando en el espejo».
Ya en 1900, Nazaret cuenta con 90 vecinos y pasa a 135 en 1950, para el 1980 lograr los 176.
Pero es a partir de 1982 cuando Nazaret se incorpora a la prepotente corriente turística con el inicio de las obras del Oasis de Nazaret que hoy se ha convertido en un núcleo urbano, fundido con el pueblo, y entre ambos suman 308 habitantes.