Fuente: Lanzarote. Apuntes para su historia
Por José Manuel Clar
El origen del nombre de la población de Teguise es el siguiente: cuentan que Maciot de Bethencourt, sobrino del conquistador normando, casó con Teguise, hija del último rey indígena, Guadarfía. El soberano aborigen donó a Maciot la aldea de Acatife como dote de matrimonio. El primer fruto de esta unión fue, en 1418, la fundación o, más bien, acrecentamiento de un pueblo, que hoy es la Villa de Teguise.
Esta localidad está situada casi en el corazón de la isla, donde en la antigüedad existía una aldea grande que los naturales llamaban Acatife, que Maciot, en consideración a su joven esposa, la denominó Teguise, y echó en ella los cimientos de lo que después sería la capital de la isla durante cuatro siglos. Después, cuando los Señores de Canarias de la Casa de Herrera hicieron de ella su principal residencia, la ciudad fue creciendo con los años, no así la aldea de Rubicón que no pudo resistir la competencia de Teguise y si pervivió como sede episcopal del archipiélago, sucumbió cuando la sede de San Marcial fue trasladada a Gran Canaria en 1485.
La iglesia parroquial de Santa María, existía ya en el año 1445, aunque muy humilde. Se sabe que el domingo 24 de agosto de dicho año, se reunieron en dicha iglesia, a la hora nona (desde la media tarde hasta la puesta del sol), la nobleza y pueblo de Lanzarote, convocado por Adrián de Bethencourt, como representante de don Diego García de Herrera, y acompañado del escribano Juan Ruiz, con objeto de presentar su nombramiento de Gobernador de las Islas de Canaria, por los Señores don Diego García de Herrera y doña Inés Peraza, exhibiendo después el fallo por el cual el monarca de Castilla los declaraba legítimos poseedores del Señorío de Lanzarote.
En 1596, Teguise sólo tenía 100 casas pequeñas, cubiertas de caña y paja, o de torta de barro endurecida al sol. Según el Capellán Layfield, cuando Jorge de Cumberland invadió Lanzarote en 1596, la iglesia principal carecía de ventanas y sólo recibía luz por la puerta, sin ninguna decoración interior, corriendo por ambos lados unos poyos de piedra hasta el altar mayor. El convento de San Francisco estaba en construcción, y tenía una huerta bien cultivada.
En 1590 la isla presentaba un aspecto desolador, ya que las viviendas de Teguise se hallaban en su mayoría arrasadas como consecuencia de las invasiones moras, sin que sus habitantes se atrevieran a reedificarlas por temor a que fueran sometidas a la misma desgracia en cualquier momento.