Fuente: Rostros de un paisaje (Miguel Hernández)
Por María José Tabar
Periodista
Sobre el mantel de plástico estampado descansa una ciruela amarilla de postre, que parece mirarle a Herminia y pedirle, por favor, que la deshuese. Ella, octogenaria, afable y ligeramente supersticiosa dice que no, que prefiere queso fresco. La habitación que usaba de fresquera para sus quesos ahora es un trastero. Se casó con 22 años (demasiado tarde para su gusto) porque debió esperar a que su madre tuviese posibles para pagarle la dote en forma de vestidor y ropero.