Buenas noches. Antes que nada quiero darle las gracias a la directiva y comisión de fiestas por invitarme y darme la oportunidad de dar comienzo a estas Fiestas tan entrañables para mí, como son las fiestas de Santa Lucía.
Como todos saben soy hijo de Lorenzo y de Rafaela, una familia de labradores de aquí del pueblo, tuvieron siete hijos del cual yo soy el más chico. Todos fuimos criados con lo que ellos mismos cultivaban (lentejas, garbanzos, batatas, trigo, centeno, arvejas, papas, etc.). La verdad es que a mí no me tocó mucho trabajar en el campo por ser el niñito de la casa. Me acuerdo de ver las yuntas de seis o siete camellos trillando en la era de Don Domingo Lorenzo; de ir al jable de arriba a «joyar» con las “pionadas” que se hacían en aquel tiempo; llevaban los garrafones de vino de dieciséis litros, latas de sardinas que al abrirlas se llenaban de jable, pero aun así sabían a gloria, y no sobraba ni una gota, sobre todo del vino; después había que coger las batatas, pero, sin “pionadas”.
Empecé a ir por primera vez a la escuela cuando tenía seis años, era en la escuela nueva, la que está en el Barranco (qué pena que ya no se dan clases allí). Iba caminando por ahí pa’bajo por esa calle estrecha de riscos (que como te cayeras, salías todo “rasjuñao”). Cuando llegaba a la escuela, allí estaba la señorita Elena con unas uñas largas, que me llamaban mucho la atención. Todos los días nos revisaba las manos, y el que las tuviera sucias (casi todos), nos mandaba p’a casa para que nos laváramos, pero no llegábamos porque nos limpiábamos con barrilla, también nos revisaba la cabeza para ver si teníamos piojos. Las clases eran mixtas y se daba hasta cuarto curso, luego para el colegio Ajei de San Bartolomé. Cuando salíamos al recreo yo tenía que ir a casa de mi abuela Cecilia, que siempre me tenía el paquetito de galletas preparado.
Al salir de clase nos encontrábamos todos por las calles, corriendo, gritando, muchas veces coincidíamos con el “ganao” de cabras que iba llegando, y era muy bonito porque iban entrando cada una en su casa, ellas solas. ¡Qué alegría era para el pueblo ver las calles llenas de chinijos!
Por las tardes íbamos a cazar “regartijas” por las calles del pueblo, con el tirabeque y las escopetas de balas de verga que hacíamos nosotros mismos (todavía tengo yo un correaje lleno de esas balas); (por los lados no era sino tuneras y piedras), además jugábamos a la guerra de los veroles en el volcán (los de las Peluchas y el Muñigal contra los del Barranco), estábamos todos descalzos y corríamos por el volcán como si nada, el que tuviera zapatos era todo un lujo; jugábamos también al escondite alrededor del cuarto de Cristina. Yo creo que casi todos los que estamos aquí hoy nos acordamos del cuarto, y para qué se usaba, sobre todo las personas mayores cuando iban a trabajar muy temprano. Hace unos días vi una foto donde se ve dicho cuarto, todavía en pie, jugábamos también con una llanta de bicicletas que la empujábamos con una verga con la punta doblada, al trompo, al boliche (claro las calles erande polvillo, ahora no se puede jugar a estas cosas porque está todo “empichado”).
Me acuerdo cuando se jugaba a las bolas delante de casa de Don Fernando, con bolas de madera que muchas de ellas no eran redondas sino rectangulares, del uso que tenían, «¿saben cuál era el baño?». Los que jugaban traían galletones, esas galletas grandes redondas, que se pegaban en el cielo de la boca. Nos las comíamos nosotros (todavía tengo yo ese sabor metido dentro). También cuando se jugaba a la bola en La Pichona, delante de la cantina de Alfonso, cuando entrabamos para pedir un vaso de “aguamoya” teníamos que ponernos de puntillas y levantar la mano de tan alta que era la barra. Cuando llovía se hacía un charco grande delante de la cantina y había que pasar por la orillita para no mojarse, pero nosotros pasábamos por el centro, luego tirábamos piedras para que el agua salpicara, y cuando se secaba estaba toda la calle llena de piedras.
Yo creo que muchos de los que estamos aquí, nos acordamos de cuando se sacaba el jable de detrás del barranco, pues allí estábamos todos los chinijos jugando con él, nos tirábamos desde arriba hasta abajo, porque el jable estaba blandito y algunos nos enterrábamos enteros, que a veces nos veíamos apurados para desenterrarnos.
Al acercarse las fiestas, era una alegría para nosotros, porque era cuando la gente del pueblo iba a pintar y engalanar la iglesia: unos pintando, otros buscando palmeras, otros clavando tachas, otros poniendo banderas, y nosotros jugueteando por allí. Al lado de la iglesia donde está la plaza había un hoyo muy grande, que era donde jugábamos al fútbol. A mí personalmente me gustaba mucho porque se veía el risco por toda la parte de la iglesia, luego lo taparon y me llevé una gran desilusión. Una vez le dije a Juan Pedro, el alcalde, que lo volviera a abrir para hacer la plaza abajo que iba a estar más bonita, ¿saben que me dijo? Sí,sí,sí.
Cuando empicharon la calle por primera vez, la que ahora se llama Sancocho, cogíamos los troncos de bicicletas que teníamos, que las hacíamos nosotros mismos a cachos, nos preparábamos desde arriba, al lado de casa de mis padres, para ver quien llegaba primero al barranco, pero sin darle a los pedales, porque es verdad que se llega hasta abajo sin darle a los pedales, coges un poco de impulso y ya está. Siempre los de arriba contra los de abajo.
Me acuerdo cuando se hicieron las fiestas en el almacén de Machín, donde hoy vive Servando, o cuando se hicieron en el almacén de Alberto Mendoza, con una Orquesta de Las Palmas. Un año hubo carrozas y me acuerdo de ver a José Manuel (el Míster) haciendo de Jesucristo encima del camión, amarrado en la cruz casi desnudo. ¡Qué bonito! Muchas tardes subíamos el lomo San Andrés para ir a jugar al fútbol contra los de Tao, al terminar casi siempre nos liábamos a pedradas y teníamos que salir corriendo, nos poníamos aquí en Mozaga en un momentito.
Después fue cuando empezaron las obras del tele-club, (las empezó el equipo de lucha, me acuerdo de verlos entrenando detrás del barranco al lado de la palmera). Primero empezaron por el campo de lucha, es decir, de atrás pa’lante. Yo siempre estaba merodeando por allí. Ahí fue donde poco a poco me iban metiendo en la directiva, (con dieciséis años ya estaba yo metido dentro del saco). Mi primer presidente fue Daniel Pérez, hasta que me fui al cuartel, por allá por los Madriles estuve trece meses. Cuando eso sólo había un teléfono en todo el pueblo, era público, por pasos, primero estaba en la tienda de mi tía Socorro y luego en casa de Antonio ‘el palmero’. Para llamar a mi madre tenía que hacerlo dos veces, una para decirle a Teresita que le dijera a mi madre que volvería a llamar dentro de un rato, y la otra para hablar con ella, aunque algunas veces me olvidaba de llamar la segunda vez y la dejaba esperando. Las primeras veces se preocupaba pero después se fue acostumbrando. Una vez oí por la megafonía del cuartel: Ramón Corujo tiene visita principal, digo… ¡ese soy yo! ¿Qué visita voy a tener yo aquí? Me cagué todo, llegando a la puerta principal vi a dos mujeres. «¿Quiénes son estas?» decía yo. Cuando estaba delante de ellas vi que eran María y Piedad, las dos monjas que nos dieron la catequesis para la confirmación. Fue mi madre la que les dio la dirección, no vean que alegría me llevé. La verdad es que no me quejo de haber ido a la mili, ya que me recorrí media Península, conducía un camión y casi siempre estaba de maniobras.
Cuando volví licenciado ya, a finales de 1984, me dijeron que por la fiesta de Santa Lucía de ese mismo año, se había hecho un sancocho popular que tuvo mucho éxito, y todavía hoy se sigue haciendo (espero que no se pierda), Luis no te canses nunca.
A principios del año siguiente, 1985, por enero, febrero, se hizo una reunión en el tele-club a la cual fuimos Juan Espino y yo. En esta fue donde me nombraron presidente por primera vez y a Juan Espino secretario. Esa noche nos fuimos de belingo Juan y yo. El bar del tele-club estaba cerrado al público, solo se abría para las fiestas. Al día siguiente ya estábamos los dos buscando a alguien que se atreviera a abrirlo, y lo encontramos: un chico de Soo que trabajaba en el monumento al campesino. Lo abrió al público (por cierto, hacía unos bocadillos que te lamías los dedos). A partir de ahí ya no se ha cerrado más (sí, se ha cerrado algunas semanas por obras o vacaciones pero nada más).
Empezamos a ir de tele-club en tele-club, de sociedad en sociedad, preguntando cómo funcionaban, que había que hacer, etc. más que nada haciendo amistad. Nos dijeron que había un acuerdo entre sociedades y tele-clubs, de que todos los directivos que se identificaran entraban gratis a todos los actos, incluidos bailes y verbenas, (aunque yo nunca lo vi). Dijimos entre nosotros «esta es la nuestra». Hicimos nuestra directiva, cada uno con su carné y el cargo que tenía en el centro socio cultural «DURAN» de Mozaga. Después de eso entrábamos gratis en todos los sitios. Yo siempre que salía de fiesta pasaba por aquí, por el bar, y fuera en la acera estaban todos los chicos esperando ‘zorritos’ a que les dijera «¡Vámonos!». Siempre los llevaba. Llegábamos a las verbenas (a las que fueran), entrábamos todos en fila india y no pagábamos ni un duro en ningún sitio. Casi siempre íbamos a dos verbenas en la misma noche, como por ejemplo: de Caleta de Famara a Órzola, de Soo a Las Breñas, y claro, casi siempre se nos hacía de día. Por ahí hay alguien que todavía recuerda su primera amanecida en el pueblo de Yé. Una vez en Arrieta tocaban las dos mejores orquestas del momento en Canarias: Los Bajip de la Gomera y la Sunset Band de Tenerife. Fuimos a verlas y cuando llegamos entramos todos gratis. A mí me invitaron a entrar en la taquilla donde vendían las entradas. Me quedé alegando toda la noche, se terminó la verbena y no vi las orquestas
Después el Ayto. de Teguise con el plan cultural y deportivo nos dijo que hiciéramos un equipo de lucha infantil, que cada pueblo del municipio iba a tener uno. Lo hicimos, íbamos a luchar por todos los pueblos del municipio incluido la Graciosa, (eso era una fiesta, iba medio pueblo). Los equipos que siempre estábamos arriba éramos Soo y Mozaga. Cuando llegábamos a Soo estaba el tele-club a tope, nos estaban esperando como si fuéramos el equipo de Loreto IV. A veces ganaban ellos, a veces nosotros, y así varios años. Cuando el equipo de Tao desapareció, nosotros fichamos a cuatro de los luchadores que ellos tenían. Cada vez que teníamos que luchar había que ir a buscarlos a Tao y muchas veces a Tenezar, y luego llevarlos.
Nosotros, la directiva, seguíamos haciendo las fiestas de la Peña y Sta. Lucía. Antes para hacer la fiesta, nosotros teníamos que hacerlo todo: preparar el campo de lucha con palas y carretillas, montar escenario, comprar, montar y colocar guirnaldas, preparar pasarelas con bloques y chapas, hacer las banderas de tela, colocarlas y luego al terminar las fiestas desmontarlo todo. Metíamos de todo un poco: teatros, charlas, bailes, play-backs, pases de modelos seniors e infantiles, fiestas para los más chinijos, juegos variados, etc. Que yo recuerde solo se ha hecho una pequeñita obra de teatro propia de aquí del pueblo, que el actor principal era Colas, y no se ha hecho más, a ver si alguien se anima.
Ahora quiero hablar un poco del Play-Back de Mozaga. Aunque no era yo quien llevaba la dirección, era Olga Álvarez, pero como siempre yo también estaba dentro. Participaba toda la juventud del pueblo, que hoy en día ya son padres y madres, aunque todavía queda algún solterón por ahí. Estuvimos diez años. Nos llamaban de todos los pueblos de la isla de Lanzarote y la Graciosa (también nos invitaron para la fiestas de San Ginés). Un año por la fiesta de Los Dolores hicieron un concurso de Play-Back. Participaron varios grupos de toda la isla, y lo ganamos nosotros, el que siempre nos pisaba los talones era el de Uga. Cuando llegábamos a Tahiche, estaba el salón lleno hasta la bandera, que no es chico, esperando para ver actuar al Play-Back de Mozaga. ¡Éxito total!
Pasado un tiempo dejé la presidencia y la cogió Fernando Luzardo. Fue cuando se reformó un poco el Tele-Club: se le puso el falso techo al salón, escenario y bar. Luego siguió Olga Álvarez, pero yo siempre estaba con ellos, hasta que volví otra vez. Ahí fue cuando se empezaron a hacer entre otras cosas, las verbenas al aire libre con las mejores orquestas del momento en Lanzarote: los Jarvac y Walkinairos. Había que traer las dos porque si traía una, la otra se la llevaba otro pueblo y se compartía la carga. Las hacíamos aquí detrás, eran tres al año, dos por Santa Lucía y una a finales de Marzo, la llamábamos la verbena de la primavera, se vendían siempre más de mil entradas, el día que más se vendió casi llegamos a las mil seiscientas, (una burrada). Cuando estaban las canchas de bolas en obras, a veces llovía, la gente salía toda embarrada, pero nadie protestaba. Cuando terminaba íbamos a desayunar a Arrecife, allí nos encontrábamos casi todos los que estábamos en la verbena incluido los músicos de las orquestas.
Una vez trajimos un Faquir, de esos que se tienden en una tabla llena de tachas, y se le ponía encima una piedra grande para darle marronazos, ¡y no se las clavaba el tío!, se trajo un mago ilusionista de la Península que andaba por la isla esos días, Arcano, (no sé si se acordarán), fue todo un éxito. Hicimos una pelea de gallos un domingo por la mañana entre las galleras de Teguise y Arrecife. Se hicieron varias carreras de coches (slalom), en el aparcamiento que está enfrente del Complejo Agroindustrial. Era muy gracioso, porque si había quince coches, participaban veinticinco pilotos (uno de los coches salió por lo menos diez veces), un año presentamos a Argelia la hija de Servando y Angelita, a Miss Lanzarote por las fiestas de San Ginés, y no quedamos muy mal. También hacíamos las romerías en honor a Santa Lucía; varias semanas culturales, yo me quedo con la V (quinta) que fue la de, entre otras, la exposición de los trabajos que se hacen en la cárcel, de madera, piedra y barro. Eso fue la bomba, fuimos a buscar los trabajos Daniel Pérez y yo en su camión. Entramos hasta dentro de la cárcel y nos ayudaron a cargar los presos del momento, era para tenerla expuesta una semana y tuvimos que dejarla dos, por la afluencia de público. Vinieron varios colegios a verla, luego nos llamaron para ver si la podíamos dejar colocada un tiempo más, hasta que viniera alguien del Cabildo a verla. Estuvo casi dos meses más, con la puerta cerrada eso sí. Aprovechando ese tiempo, se hizo un programa de folklore en directo para una televisión de aquí de la isla, que lo presentaba Florián Corujo.
¿Se acuerdan de las paellas que se hacían a leña en el lomo por las fiestas de la Peña? Yo creo que se deberían recuperar.
Me llamaron varios años del pueblo de Soo para que fuera con el cañón de luz al Belén viviente que ellos hacían todos los años. Yo muy agradecido siempre aceptaba.
Pasado un tiempo se hizo una reunión entre el Club de Petanca, la Asociación de Vecinos y el Tele-Club, para ver si podíamos hacer una carroza para participar en los carnavales. La hicimos en el almacén de Fernando Luzardo, es el monumento que tenemos ahí delante. Estaba todo completito, con los brazos para los lados con sus focos y todo.
Fuimos a casi todos los carnavales, por esas fechas estaba yo en la Murga Los Batateros y no podía acompañarles mucho, en ésta estuve dieciocho años, que se dice pronto.
Después lo cogimos para ir a la Romería de Los Dolores. Los primeros años íbamos unos cinco o seis carros. Hacíamos la comida nosotros (Juan Espino y yo): tollos en mojo y tortillas. Las tortillas se comían, pero los tollos sobraban todos (estaban más salaos que la pilla). Coincidíamos en El Peñón con los del Ayuntamiento de San Bartolomé y querían apuntarse el tanto poniéndonos un letrero delante que decía: Ayuntamiento de San Bartolomé. Como es lógico le dijimos rotundamente que no. íbamos por dentro de La Vegueta, por Yuco. Allí nos encontrábamos con los del Ayuntamiento de Teguise y ya íbamos juntos hasta Tinajo. Una vez terminada la romería, dejábamos los burros y los carros en casa de Manolo el de Baltazar en Tinajo, que él siempre nos acompañaba desde Mozaga, porque si salía desde Tinajo era muy corto el camino. Al día siguiente, cuando íbamos a buscarlos en el camión de Daniel, lo pasábamos mal al llegar aquí, al tele-club, porque no había gente suficiente para meter el monumento para dentro, porque pesaba mucho. Teníamos que llamar al primero que pasaba para que nos ayudara. Una vez llevamos el tractor de Luis Bonilla, que a unos cincuenta metros de la iglesia se nos paró. Gracias que por allí había un mecánico y lo puso en marcha, porque si no teníamos que dejarlo allí mismo. Pasado unos años dejé la presidencia, pero seguía yendo a la romería con el monumento, ya de último era con carros y burros alquilados. Siempre se le ponía el cartel con el nombre del pueblo y del C.S.C. «DURAN» de Mozaga.
Cuando empezaron las obras del Plan E de Zapatero en el Tele-club, yo las visitaba casi todos los días, y lo pasaba mal porque entre otras cosas se perdió la oportunidad de hacerlo más grande, ya que estaba todo abierto y no se aprovechó.
A mediados del año 2010, me empezaron a llamar varias personas para que volviera a la comisión de fiestas. Al poco tiempo me convencieron y me metí. Fue cuando entre otras cosas se hizo un paseo en bici hasta La Vegueta (se nos rompieron todas las previsiones), la carrera de burros en el Camino del Lomo, el reconocimiento a la persona con más edad del pueblo, que en ese momento era Carmen ‘la de Genara’. Cumplía cien años. Fuimos a buscarla a la residencia de Haría en el coche de Roberto de León. Llegando a Mozaga se empezó a emocionar la mujer, que bonito fue aquello. Estaba este salón lleno esperando para volver a ver a Carmen, ya que hacía mucho tiempo que no estaba por el pueblo. Ese mismo año nació el grupo musical «La Pichona». Empezamos a ensayar aquí en el Tele-club y después en la iglesia, la intención era hacer el grupo sólo para esa fiesta, pero tuvo tanto éxito que decidimos seguir ensayando, luego el ayuntamiento nos cedió la escuela. Se hicieron cinco festivales: tres aquí en la carpa y dos en el monumento al campesino, una grabación para el programa Tenderete de La Uno de Televisión Española, en la plaza de Haría. La parranda Los Mantequilla de Fuerteventura nos invitó para que fuéramos a su festival en Morro Jable. Pues fuimos y otra vez casi se nos hace de día…. Al año siguiente nos fuimos otra vez de paseo en bici, esta vez fue desde Playa Honda hasta Fariones. Llevamos las bicis en el camión de Daniel y a la gente en guagua hasta la explanada de Guacimeta. A la vuelta lo mismo para comernos una paella aquí en el Tele-Club, se trajo a Kike Pérez, (estaba el hombre empezando, y mira ahora donde ha llegado). Se hizo el homenaje a Caridad Cruz y a Ildefonso Álvarez, que fue transmitido en directo por Televisión Canaria para todas las islas. Me dijeron que me mandaban la grabación y todavía estoy esperando.
Por último me saqué el carné de árbitro de bola y petanca. Ahora resulta que no tenemos equipo ni de bola ni de petanca.
Voy a contar un caso que me pasó cuando trabajaba de operador de cine con Juan Perdomo, cuando inauguró el cine de Gran Tarajal, en Fuerteventura, me mandó a mí para que lo inaugurara y a la vez enseñara a una persona a poner las películas., yo pensaba, ¿Cómo un chinijo de 16 años va a estar enseñando a un hombre de más de 40? Pues en una semana quedó al corriente. Una vez en el cine Hollywood de Titerroy estaba poniendo una película del Oeste, de repente empezó la gente a silbar, miré y veo los caballos corriendo con las patas p’arriba, fue que puse uno de los rollos al revés, ¿saben cómo lo arreglé? Haciendo el descanso antes de tiempo y aquí paz y en el cielo gloria.
Un año fuimos a participar en el Rally de la Oliva en Fuerteventura con un Seat 127, el piloto era Ambrosio Viñoly, un amigo nuestro de Máguez y el copiloto Sergio Martín (el cuerín), otros íbamos de asistencia con mi coche, lo único que hacíamos era echarle gasolina, al terminar nos dieron trofeos y todo en el Hotel Tres Islas de Corralejo. Pero por quedar los últimos.
Con esto ya termino, solo quiero decirles que las fiestas se hacen siempre con mucho cariño y cuestan mucho tiempo y dinero que muchas veces no hay. Es muy triste que cuando se organiza un acto que ha costado tanto, y no viene nadie, da ganas de dejarlo todo y marcharte para tu casa, por eso, yo pido que asistan a todos los actos que puedan.
Quiero recordar que detrás de todo esto que se hacía y se hace, hay mucha gente que yo no he querido nombrar por miedo a que me quedara alguno fuera, pero ellos/ellas saben quiénes son, lo cual yo les agradezco y agradeceré siempre.
Como decía nuestro amigo Valentín:
Tenemos a Daniel, que es el hombre del transporte,
que cuando más contento va, es cuando carga palote.
También tenemos un presidente,
hombre tranquilo y honesto, y nosotros le vamos a regalar,
una talega de cuero.
Nada más, sólo darle las gracias por venir, desearles que disfruten de la fiesta, participen en todos los actos que puedan.
¡Viva Santa Lucía y La Peña!
¡Viva Mozaga!