Pregón de Tiagua 2019

Pregón de las Fiestas del Socorro      
Tiagua  2019

POR AURELIO RODRÍGUEZ PADRÓN

Sr. Concejal, componentes de la directiva de este centro sociocultural, comisión de fiestas, paisanas, paisanos, familia, público en general gracias por asistir a este acto.
Muy buenas tardes, para mí, como hijo de este grandioso pueblo que me vio nacer, mi agradecimiento a la comisión de fiestas por haberme dado la oportunidad de ser el pregonero de las fiestas de Nuestra Señora del Socorro de Tiagua 2019.
Hace años que asisto a casi todos los pregones de la fiesta de nuestro pueblo, y siempre me había preguntado por qué no ser yo uno de los pregoneros?, por este motivo hoy, es un día muy especial, un día con sentimientos encontrados, orgullo, honor y alegría, por lo que representa para mí dar el pregón, pero también un día en que el recuerdo de personas como mis padres, mi hermano, mis abuelos, amigos de la infancia que ya no están con nosotros, es más intenso.

Mi nombre es Aurelio, para los que no me conocen. Viví aquí en varios sitios, pero principalmente en la casa de mis padres (hoy de los herederos de Chano Tejera) estaba situada casi enfrente del pino de D. Pedro Cabrera, mejor dicho del árbol eucalipto que cruzaba la carretera de norte a sur, que caía en el enarenado de mi casa, distracción por otro lado para todos los chicos de la época, siendo para mis hermanos y para mí un gran pasatiempo, pues subíamos hasta la parte alta y pasábamos ratos viendo pasar la guagua y como niños que éramos dejábamos caer alguna que otra cosa, provocando en nosotros grandes carcajadas.

Aunque en Tiagua viví no todos los años que hoy hubiese querido, unos 8 o 9 años, de los 2 a los 5 vivimos en Corralejo, y de los 5 a los 12 de nuevo en este gran pueblo, hasta el día de hoy que he vivido en Arrecife, teniendo siempre presente en mi mente este pueblo en el que tanto disfruté. Fueron años intensos, en los que todo quedó grabado en la memoria y que disfruto con gran intensidad al recordarlos.
Soy hijo de Paco Rodríguez y Maruca Padrón, nieto de Marcial Rodríguez Bárbara Barrios, Antonio Padrón y Andrea Reyes. Soy el tercero de cuatro hermanos, Nino, Pepe (ya fallecido) yo y Pacuco.
Mi familia como la mayoría de las familias del pueblo se dedicaban a la agricultura, mi padre emigró a Argentina y su estancia en ese país fue de cuatro años, haciendo mi madre de padre y madre.
Estando mi padre en Argentina teníamos la costumbre de acercarnos todas las noches a casa de mis abuelos, Marcial y Bárbara, debiendo en muchas ocasiones esperar a que cada uno en un extremo de la mesa y con el farol apagado terminaran de rezar el rosario, siendo ésta la señal cuando ese farol se encendía, el momento para dar la bendición a lo que ellos contestaban Dios te haga bueno!
Destacar la figura de mi abuela Bárbara, pues fue para nosotros como una segunda madre, muy servicial, siempre a merced de quién tuviera necesidad; recuerdo chicos de la escuela de Muñique yendo a beber agua, cuántas veces le dio de comer por el día del Socorro un plato de carne con papas a Juan Peseta el de San Bartolomé que todos los años se acercaba para las fiestas, recuerdo también que seña Margarita la de San Bartolomé siempre tuvo a disposición de mi abuela la habitación de abajo, así la llamábamos, para dejar la compra de verduras de distinta variedad, huevos etc.. hecha en el pueblo. Hace unos meses me encontré con un señor en Masdache preguntándole que de qué parte era, él contestó Tiagua, a lo que yo respondí que ese era mi pueblo y que era nieto de seña Bárbara, a lo que él me dijo : bastantes veces me dio de comer.
Para las fiestas del Socorro, que casa no se albeaba?, en qué casa no se pintaban puertas y ventanas?, recuerdo que mi madre, a pesar de trabajar de sol a sol, y ante la ausencia de mi padre era la que se hacía cargo de estos menesteres, de ir a comprar la piedra de cal viva a la calera de la Villa usando como medio de transporte la burra de mi abuela, de pintar la fachada y el resto de la casa, convirtiendo primeramente esa piedra de cal en polvo para luego mezclarlo con agua.
Para engalanar los ventorrillos y verbenas del pueblo también se podaban las palmeras, siendo el señor Quintero el encargado de esta labor, con gran agilidad para ello y usando unos mecanismos, dignos de admiración.
Las verbenas cada año se celebraban en distintos puntos del pueblo, en la era situada en la trasera del casino, regentada por Antonio y Pepe Camacho, la era de Sra. Ambrosina, al lado de la cuesta de Sra. Bárbara, la era de D. Pancho Armas instalada por señor Bartolo de Arrecife, la era en la trasera de Domingo Camacho y al lado de la casa de mi abuelo Antonio Padrón, hoy propiedad de herederos de Augusto Hernández y la era de D. Pedro Cabrera.
El más famoso de los ventorrillos era el que montaba mi tío Pedro Padrón, delante de casa de mi abuelo, qué ventorrillos aquellos!! algunos más había al lado de la tienda de Pepe Camacho.
Los vecinos del pueblo estrenaban sus mejores ropas y zapatos en esos días del año.
En otra época del año también se desarrollaban los bailes en el casino del pueblo, hoy supermercado Tiagua, en el mismo centro, regentado por los hermanos Antonio y Pepe Camacho, tenía salón rectangular y sillones a ambos lados correctamente tapizados con telas de varios de colores, con alumbrado de petromax colgado del techo, qué categoría!!! Solían amenizar los bailes las orquestas Lira o Lido de la Villa, usando como instrumentos la trompeta, el saxofón y la batería. Posteriormente estuvo también el casino de D. Víctor Bonilla, mi primera escuela, donde los bailes eran amenizados por una orquesta proveniente de un circo que estuvo instalado en el pueblo durante varios meses.
Esporádicamente contábamos también con cine o algo parecido en la cochera de D. Pedro Cabrera y alquilado a mi tío Antonio Padrón, donde se proyectaban por un señor de Tinajo películas, unas veces se veían y otras no, unas veces se cortaban y otras no, unas veces se oían y otras no, así que la duración de ese momento de cine que tanto nos gustaba, dependía de esos pequeños contratiempos.
La comida especial para el día del Socorro era aquella sopa de gallina que hacían las madres, carne compuesta con papas bien de conejo, cochino, vaca o puchero, creo que era el único día del año que se comía carne de vaca, pan redondo y de postre uvas moscateles de mi abuela Bárbara.
Las banderitas adornaban el pueblo, ahora por donde quiera que vaya y veo las banderitas de tela, me vienen a la cabeza aquellas banderas de papel muy finito de forma triangular de varios colores que se pegaban con harina y agua, qué bien sonaban con el viento!! y me pregunto yo si eso no se podría rescatar como costumbre, si eso se hiciera realidad, no duden en contar conmigo!
Al día siguiente de la fiesta nos levantábamos tempranito y solíamos ir donde estaba instalada la verbena para ver si encontrábamos algún murillo. Cuál fue nuestra sorpresa ver que se habían dejado una cajita de madera con varias monedas de 1-5-25 y 50 pesetas, aquí empezó la verdadera fiesta nuestra.
Una vez terminadas las fiestas del pueblo, la rutina volvía a estar presente, comenzaba la escuela, escuelas que en mi época fueron primeramente, en la casa donde vivió D. Víctor Cabrera y más tarde de D. Víctor Bonilla, cuya asta de la bandera aún se conserva y la pizarra incrustada en la pared nos parecía enorme; la otra escuela, situada en la cochera, edificio de D. Pedro Cabrera y que lo tenía alquilado, recuerdo las clases particulares de Marita, hija de D. Daniel López. La escuela de las chicas, siempre la conocí en el mismo lugar, a salida del pueblo hacia Tao, en una casona propiedad también de los Cabrera. Los juegos en el recreo y también los fines de semana eran el trompo, el boliche, la bola, la tángara, la piola, el escondite y manos arriba.
El baño de los niños situado en la esquina de la Molina de Panchito Armas por el camino hacia la peña de D. Maximino, era un corral donde se hacían aguas menores y aguas mayores, por supuesto que papel no había, alguna piedra de las paredes.
Como la escuela se situaba justo enfrente de la Molina, acechábamos a Panchito y en el momento en que se metía para dentro, nosotros corríamos a llenarnos los bolsillos sobre de todo de millo, casualidades de la vida justo el día antes de su fallecimiento lo encontré delante de correos en Arrecife y estuve hablando largo y tendido con él de estas y otras anécdotas. Qué vecino de Tiagua no llevó grano tostado para moler a esta Molina?, a mí me tocó llevar en varias ocasiones el saco al hombro, menos mal que vivíamos muy cerca…!!!
Los maestros de mi infancia fueron D. Jorge, buenísimo para dar algún que otro reglazo, también D. Juan , majorero, d. Agustín Valenciano, D. José que en una ocasión le hizo escribir 500 veces como castigo a mi hermano Pacuco la frase» Perdón Lina María», todo ello por haberle tirado una piedra a la cabeza y D. Manuel Acosta. Fue en una excursión de la escuela que hicimos con D. Manuel caminando a la playa de Caleta de Caballo cuando me di mi primer baño en la playa, recuerdo también el bocadillo de tortilla que llevaba que antes de llegar ya me lo había comido.
Mención especial póstuma quiero hacer para mi gran maestro y enseñante D. Manuel Acosta Rodríguez fallecido el 11 de mayo del presente año, que siempre recomendó a mi padre que no abandonase los estudios.
La vida transcurría en el pueblo y a la memoria me viene la gente que venía y se iba de aquí, por ejemplo el circo, que estuvo instalado delante del casino durante varios meses. Eran dos matrimonios con sus hijos, dos de ellos mi sole y boniato, con boniato, que era de mi quinta lo acompañamos en alguna ocasión con la escopeta de balines que tenía a tirarle a los pájaros de la Palma de Barreto, les encantaban los pájaros como plato de comida. Ellos mismos formaban una orquesta, encargados muchas veces de amenizar el baile del casino de D. Víctor Bonilla. Al tiempo boniato, mi sole y sus padres se fueron del pueblo, quedando el otro matrimonio varios meses en casa de mi abuelo Antonio Padrón, seguramente muchos de ustedes recordarán los ramos de flores de papel hechos por la señora del circo, siendo su medio de vida.
Recuerdo a dos marroquíes uno de ellos llamado Jafa, que venían de África para compra camellos, la base la tenían en la era de D. Pedro Cabrera. Nos daban un poco de miedo, pero aún así, como vivíamos cerca, nos poníamos a gritarle, nos llamaba la atención cuando se acercaba la hora de rezar.
El día a día y el entretenimiento unas veces consistía en asadero de batatas, de ramas de garbanzos, arvejas, trigo, en el jable, usando como brasas los moñigos de camello y para encenderlo un mechero cuando teníamos, si no, usábamos el culo de una botella orientada hacia el sol y moñigos de burro y así lográbamos hacer fuego.
El ingenio lo teníamos con los restos del carburo.
Cuantas veces nos subíamos a la baca de la guagua para bajar la lechera, siempre que nos dejara el bueno de Aparicio el chófer, también íbamos a ver quién venía del puerto, nos colgábamos detrás de la guagua.
Los domingos por la tarde no faltaba el bocadillo de chorizo chacón y la barrita de chocolate en la tienda de señó Isidoro, Pepe o Domingo Camacho.
Era un pueblo lleno de vida, con distintos tipos de personas, mi tía Edelmira que vendía el pan en Soo y Tiagua, el panadero Fidel que venía desde el pueblo de Tinajo a vender el pan en burro con cestas y que nada más entrar en Tiagua, amarrar el burro de la manilla de la puerta de la tienda de señó Isidoro y entrar a venderle el pan, corríamos mi hermano y yo a sacarle de la cesta un pan redondo que lo comíamos con un gusto digno del mejor banquete.
Los pastores Domingo Barrera, señó Esteban con el corral de cabras al lado de la casa de D. Maximino, mi abuelo Marcial Rodríguez que contaba con unas 8 o 10 cabras que junto con las de mi padre, unas tres, cuidaba unas doce, trece cabras. Conocíamos perfectamente al pastor de las vacas de D. Víctor Cabrera.
D. Augusto Hernández Mesa que hacía las veces de taxista, recuerdo subirme junto a mi madre y mis hermanos a un coche nuevo marca Peugeot tipo ranchera, que recién estrenaba, cuyo destino fue el convento de Santo Domingo en Teguise para ir a pagar una promesa que mi madre había hecho por el viaje de mi padre a Argentina.
Juan Barrera, quien no conocía a Juan Barrera? tenía un camión que prestaba todo tipo de servicios y transportes, los viajes eran varias veces a la semana, y casi siempre el destino era Arrecife y viceversa, lo mismo traía medicamentos, que cualquier tipo de mercancía, haciendo también mudanzas. Recuerdo cuando nos fuimos para Arrecife, él nos hizo la mudanza, llevándonos consigo, las cabras, gallinas y conejos, etc. etc.
Rafael Tejera el cartero , al que visitábamos en su casa casi todos los días pues era él quien recogía la correspondencia de correos que venía en sacos en la guagua de Arrecife, para de esta manera saber si teníamos alguna carta de mi padre enviada desde Argentina.
Mi tío Domingo, el camionero, todos los días en la carretera, rastrillo en mano para arreglar los baches producidos por el paso de los vehículos.
No podría dejar de mencionar a mi tío Marcial Rodríguez (hermano de mi padre) conocido por Marcial el de las coplas, y mi tío Domingo Rodríguez.
Las costureras, Juana Auta, Luisa Diaz y hermana, Natividad (señora de Rafael el cartero), Juana Hernández y Socorro, Ramona y Petrona.
El latonero Yanes, situada en la casita que había al lado del molino, hoy restaurada, lo mismo hacía un regador como lañar un plato.
Zapateros, Evaristo, el cojo al final de Tronquillo y Domingo Camacho, anterior a la tienda.
Barberos, el mudo de Muñique, en el casino, Denis, el hijo de señora Dolores López, Salo el de Tronquillo, en la cochera, mi madre, que nos peleaba a todos mis hermanos.
Vendedores, Bernabé el del pescado, el de las máquinas de coser Alfa, el turco (roda), de vez en cuando aparecía una gitana.
Quiero recordar también con cariño al grupo de catequistas de aquella época, Filomena, Angelita, Maquita, etc. que a lo largo de varios años prepararon a tantos niños y niñas para recibir la primera comunión, que luego nosotros celebramos en el antiguo cine de Teguise, con chocolate y galletones.
El porronero que iba a comprar chatarra, siendo casualidad que con su llegada desaparecían de las casas planchas, cocinillas, y todo tipo de cosas que contuvieran hierro, metal, aluminio, y podernos hacer así con algún que otro durillo.
Con nostalgia pienso en la vida en el campo, en la agricultura, en las grandes plantaciones de trigo, arvejas, garbanzos desde Tiagua a Soo. Qué chico de aquella época no iba a coger hierba, amapolas, jaramagos, cerrajas…? Mi hermano Pacuco y yo íbamos dos o tres veces a la semana, antes de la llegada del invierno, por el caminito de Jerez, cerca de montaña de Tamia con el saco al hombro, esa era la frontera pues el miedo a los de Tao nos impedía seguir, de esta manera teníamos comida para las cabras todo el invierno, a parte de la tunera que picábamos y oreábamos para que la pudieran comer los animales.
En la época de vendimia y recogida de cosechas pasaban muchos animales por delante de mi casa, sobre todo camellos, muchos de ellos procedentes de Tao, La Vegueta y Las Quemadas. Aprovechando su paso siempre pedíamos un racimo de uvas o un puñado de garbanzos, había quien nos daba pero otros eran un poco rácanos. También recuerdo ver pasar el camión chato de Modesto el de Tao, en la época de las sandías en la costa de Soo, cada vez que llegaba a la pequeña cuesta de mi casa, tenía que poner primera marcha y en ese momento con el movimiento del camión, siempre caía alguna que aprovechábamos para enseguida coger.
Es tanto el cariño que le tengo a este pueblo que hace varios años mi cuñado Antonio y yo plantamos en la parte derecha de la iglesia una palmera, en una de las veces que la vinimos a regar cual no sería una sorpresa que ya no estaba allí, y después de averiguar dónde había ido a parar me dijeron en el ayuntamiento que la habían trasplantado detrás de la ermita, y ahí detrás está la palmera de Antonio y Aurelio.
Paisanas y paisanos para ir concluyendo expresar mi deseo de que se concediera un reconocimiento a muchas de las personas que he mencionado en este humilde pregón, y por la parte que me toca mi deseo de ser posible el reconocimiento con el nombre de mi abuela Bárbara Barrios Martín a la calle donde vivió toda su vida.
Animo por otro lado a que den el paso para ser pregoneros y pregoneras de nuestras fiestas en años venideros porque estoy completamente seguro y doy fe de ello que tienen anécdotas suficientes para ser compartidas. Muchas gracias de corazón por haber escuchado este pregón tan sentido para mí y desearles unas muy felices fiestas.
¡VIVA TIAGUA Y VIVA NUESTRA SEÑORA DEL SOCORRO!

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