Pregón de las Fiestas de Las Nieves
La Montaña 2019
Por: MARÍA DEL PINO PÉREZ SÁNCHEZ
Ante todo, agradecer a todas las personas que me acompañan hoy: autoridades, familia, vecinos y amigos; Y un especial agradecimiento a nuestro sacerdote, Don Matías por ofrecerme la oportunidad de mostrar mis respetos a La Señora de La Montaña con mi pregón.
Hoy me siento muy honrada de estar con ustedes, al tiempo que muy agradecida de poder estar pregonando a Nuestra Señora de Las Nieves, que en 1725 fue elegida patrona de Lanzarote y de la que todos mis predecesores han hablado largo y tendido, así como de su emplazamiento.
En la Alegría del Evangelio, de nuestro papa actual (Francisco Bergoglio), podemos entender como María, Madre de todos, es signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto. Ella es la misionera que se acerca a nosotros para acompañarnos por la vida abriendo los corazones a la fe con su cariño materno. Como una verdadera madre, ella camina con nosotros, lucha con nosotros y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios. A través de las distintas advocaciones marianas, ligadas generalmente a los Evangelios y entra a formar parte de su identidad histórica. Muchos padres cristianos piden el Bautismo para sus hijos en un santuario mariano, con lo cual manifiestan la fe en la acción maternal de María que engendra nuevos hijos para Dios. Es aquí, en los santuarios, donde puede percibirse cómo María reúne a su alrededor a los hijos que peregrinan con mucho esfuerzo para mirarla y dejarse mirar por ella. Aquí encuentran la fuerza de Dios para sobrellevar los sufrimientos y cansancios de la vida.
Quisiera, en mi alocución, hacer una mirada a la Virgen de Las Nieves y hacerlo a través del prisma Madre -Familia y Compromiso con la MADRE de las conejeras y los conejeros, luchadoras y trabajadores del campo y el mar.
Esta MADRE que da acogida y alimenta la fe, hoy me trae aquí para decretar con gozo que
¡La Montaña está en fiestas!
La fiesta tiene sentido como contraste con el ritmo ordinario de la vida, como contrapunto lúdico y gozoso tras la dureza de los trabajos y los esfuerzos de la vida cotidiana. La fiesta, ciertamente, es una necesidad del ser humano y una necesidad vital de los pueblos. (D. Felipe Bermúdez. Fiesta canaria)
A mí me ha resultado fascinante escuchar parte de la tradición oral que luego no encontramos escrita en ningún libro. Esas que narran los favores de la Señora y a las que vienen a agradecer pagando esos favores con flores y escuchando misa en su ermita; Esta que tiende su manto fresco en las tardes de verano en que pasábamos por la ermita a saludar desde afuera y a la que visitamos hasta en la más mínima de las reivindicaciones y peticiones. Esta que desde 1966 que está en la ermita reconstruida, dónde se demolió la antigua, que por ser más recientes está en la memoria del colectivo donde comenzó el fervor a la Virgen de las catástrofes y calamidades. Fervor compartido por hombres, mujeres y niños por igual, dato que siempre me ha maravillado.
Fascinante, de igual modo, me pareció el apartado dedicado a las rogativas, romerías, novenarios y procesiones que hacen Doña María Dolores Rodríguez y D. Francisco Hernández en el libro «Hambrunas, epidemias y sanidad en Lanzarote»
Lanzarote, con su clima seco de escasas precipitaciones, obligó a sus agricultores a pedir la lluvia a través de rogativas.
Era creencia general entre la clase humilde de nuestras islas que las malas cosechas eran consecuencia de los pecados cometidos. De ahí que el remedio para paliar esta necesidad fuera acudir a las advocaciones más cercanas y, en caso de no obtener resultados, se acudía a la patrona o patrón de la isla; siendo éste el origen de muchas de las romerías. De igual manera se actuaba ante las catástrofes, como erupciones volcánicas, plagas o epidemias.
Las prácticas rituales que tenían lugar durante las rogativas eran reguladas por las autoridades religiosas y civiles. Las rogativas comprendían plegarias, preces, oraciones, letanías, misas, cultos especiales y procesiones.
«Ante la necesidad de lluvias o cualquiera otra calamidad, los vecinos acudían al Cabildo General en Teguise, que una vez confirmada la necesidad, se ponían de acuerdo con los beneficiados de la isla, reunían a los alcaldes de los pueblos para que permitieran pedir limosna a los delegados nombrados para la bajada».
Llegado el día señalado, la Imagen de la Virgen era bajada en su silla a la ermita de San José. La procesión parroquial de Teguise iba a recibirla a la ermita de San José, agrupándose por el camino gran cantidad de fieles que salían desde sus ermitas. Todos en procesión llegaban a La Villa, donde se le hacía un novenario a La Virgen, pidiéndole la gracia deseada. El retorno de La Virgen a La Montaña seguía el mismo recorrido que en la bajada.
Reconozco que cuando D. Matías me hizo la propuesta de ser pregonera, al tiempo que dije que sí, sin pensarlo dos veces ni pedirle tiempo para comentarlo en casa con mi marido, me quedé súper nerviosa porque el listón quedó muy alto desde el año 2011 que pregonó D. Juan Artiles, Vicario en esa fecha y que fue profesor mío en los años 80 en la Escuela Universitaria de Magisterio, profesión que me trajo a la isla de Lanzarote en 1986 para cumplir mi sueño: Ser y trabajar como maestra.
No fue mi primer contacto con los isleños lanzaroteños porque procedo del Tablero de Maspalomas en Gran Canaria y, en mi infancia y juventud, el pueblo estaba formado por conejeros, majoreros y canarios tablereños principalmente; Pueblo situado al sur de San Bartolomé de Tirajana y cuna para todo el que llegó en los tiempos de cultivo; Fue muy conocido por la zafra de tomates y al estar en la costa, y por cercanía, otras familias se dedicaban a trabajar en el mar. Los menos, ciertamente, hasta que empezó la expansión del turismo y ya, una gran mayoría de la población adulta y joven comenzó a dedicarse a oficios propios de este sector y las tierras dedicadas a plantar se reconvirtieron en edificios de recepción de turistas y los hoteles y apartamentos nos invadieron el suelo. En mi mente y mi corazón siempre tuve mucha influencia de esta isla gracias al contacto generoso con la gente que me rodeó desde mi nacimiento.
Cuando empecé a escribir este pregón me venían a la mente muchas personas, mayoritariamente mujeres, que marcaron mi infancia, y, a las que hoy, si me lo permiten, honro a los pies de la Virgen.
Mi abuela, Pepita Vega, partera en el pueblo, que me ayudó a venir al mundo un día 1 de Mayo, día de San José Obrero. Mi madre, Fefita Sánchez, mujer muy trabajadora se dispuso a descansar del trabajo para festejar el día del trabajador y no se le ocurrió mejor forma de hacerlo que pariendo a su quinto hijo.
Soy la quinta hija de los ocho del matrimonio formado por Jerónimo Pérez y Josefa Sánchez, que naciendo en tal día, Josefa tendrían que llamarme, pero ya llevaba ese nombre mi hermana mayor y no pudo ser. Pero, canaria y del Tablero……Pino es el nombre que llevo. Mis recuerdos familiares me llevan inevitablemente a mis hermanas siempre unidas pese a la distancia…..y todas las amigas- hermanas que fui adquiriendo con mucha facilidad a lo largo del tiempo. Todo esto es anecdótico y lo cuento como forma de enlace a las relaciones con la gente conejera de mi infancia que alentó mi deseo de venir a vivir a esta isla. Mi padre, Jerónimo Pérez, que vivió en esta isla durante varios años y siempre nos hablaba de la grandeza de sus gentes y de la tierra conejera; y mis hermanos han sido referentes y han estado presentes en mi vida siempre.
Pequeñilla aún, conocí a mi amiga – hermana Expedita, actualmente monja Comboniana en África. Hija de Expedita León y Santiaguito Pérez, el conejero. (Procedía del norte pero ya la familia vivía en Arrecife). Juntas fuimos a la escuela, al instituto y acabamos la Escuela Universitaria, viviendo con ella y sus hermanos en su piso de Las Palmas. Mis segundos padres y mi familia para siempre.
Otra persona que marcó mi infancia de forma importante fue Rupertita Nieves, casada con Pancho Pérez, procedente de Guatiza y la señora que más empachos, dolores de cabeza y de barriga santiguaba de forma desinteresada y con cariño a quien se lo pidiera.
Otra conejera de pro en El Tablero fue Frascorra Hdez Corujo, señora que por las tardes enseñaba danzas folklóricas a las niñas y jóvenes que quisieran, después de pasar todo el día despachando en su tienda. Estaba formada en la Agrupación folklórica Ajei de San Bartolomé y prima de Marcial de León Corujo, el que fuera el principal bailador de la malagueña e isa de los palos y director de la misma.
Otra persona que me marcó mucho es Paquita la conejera. Nunca supe su apellido ni su edad y ahora escribiendo, me percato. Cuando tenía seis ó siete años le dijo a mi madre que iba a ir por las tardes a mi casa para enseñarme a hacer rosetas, la edad en que enseñaban a las niñas en Lanzarote. Y aprendí a hacer rosetas con Paquita, arte que espero retomar en La Villa con Doña Efigenia, una gran artesana, amiga, y maravillosa mujer.
Mencionar para ir finalizando, a Jaime el de Ye. (Si mal no recuerdo, era sobrino de Paquita). Fue a vivir al Tablero después de casarse con Carmen la Curra y aportó la bola conejera al pueblo, creando una gran afición, que hasta hoy perdura.
Con casi cuatro años, y, a punto de nacer mi hermano, mis padres me envían a la escuela con mi hermana Fefa. Tenía que preguntarle a Doña Adoración Vega Pestana, la maestra, si podía ir clase con ella porque mis padres iban al aeropuerto, que el avión les traía un niño.
Fue una situación divertida que aún perdura en mi mente después de todo el tiempo que ya pasó. Doña Adoración me dijo que por supuesto, que pasara a clase y al tiempo que entraba le dije… No sé para que les piden niños a los aviones si mi abuela es partera y hasta me trajo a mí. La carcajada le duró un buen rato. Poco después, tras comprobar que ya sabía leer me regaló una enciclopedia como la de mis hermanos mayores. Me preguntó si iba a ser maestra, a lo que contesté: claro… Para eso me enseña mi padre a leer y mi madre a dibujar (¡Qué lejos estaba de saber cuáles eran las tareas de maestros!). Veintitantos años después nos reencontramos aquí. Su marido, D. Domingo Socas, también maestro y sus hijas. Una mujer de profunda fe y grandes valores éticos. No teníamos mucho contacto, pero reconozco que me daba mucha alegría charlar un ratito cada vez que coincidíamos.
Ya no está con nosotros físicamente, pero si en la memoria. Desde aquí todo mi reconocimiento y recuerdo cariñoso a sus hijas Raquel, Judith y Nélida, ejemplos vivos de la fusión conejera-tablereña que tantas veces cito.
Casi todos mis predecesores hablan de las fiestas, particularmente, desde la infancia y juventud. En mis recuerdos, mi referente y de casi todo el pueblo es la Santísima Trinidad. Aunque mis padres siempre decían, con mucho acierto, A Jesús por María, yo poca conciencia tenía de su significado… No digo que no existiera en mí la devoción mariana pero era mayor la de la Santísima Trinidad. A pesar de esto, y que siempre contestaba» Con Dios basta» mis padres obviaban esas respuestas y nos enseñaban oraciones, que con el tiempo afloran a la memoria , como los recuerdos infantiles de un pueblo y una familia humilde y trabajadora, de la que siempre me he sentido muy orgullosa de pertenecer, como orgullosa de vivir en Lanzarote y en Teguise desde hace tantos años, donde me he sentido querida y acogida desde el primer momento, al igual que Antonio, mi marido y compañero de camino. Vaya todo nuestro agradecimiento a todas las personas que con tanto afecto nos tratan y han tratado. Nombrar a todos sería muy complicado porque seguro que a alguien dejaría en el tintero, pero sí un reconocimiento especial a Benjamín Díaz Villalba, sacristán actual y amigo, que desde que pasé a ocupar una silla para deambular se desvivió porque yo pudiera entrar en Nuestra señora de Guadalupe, y más tarde aquí, en Las Nieves, y esperar pacientemente al final, así como a Doña Ángela Ventura Perdomo, a la que siempre llamo Angelita, mi compañera de banco en la iglesia. A Nievita Castillo, cariñosa y atenta siempre conmigo y a todas las personas implicadas en la comunidad, que de una u otra manera me han ayudado y acompañado. A todas las familias relacionadas conmigo en El Tablero, que, al llegar aquí tendieron cordón que a día de hoy continúa como enlace. A D. Miguel Hernández que se empeñó en que contactara con D. Felipe Bermúdez y conociera la Fraternidad Cristiana de discapacitados, hecho que me llevó a retomar con majoreros , canarios y conejeros estos dos últimos años y que en cierto modo han supuesto una conversión en mi vida. A D.Francisco Hernández, cronista y conocedor de lo canario, que ama y respeta nuestra tierra sin devaluar otras tierras y otras gentes, y siempre dispuesto a escuchar y echar una mano en cuanto precisara. Gracias.
Donde Las Nieves- en La Montaña- han encontrado
*Un tiempo para la pausa.
*Un tiempo para el gozo.
*Un tiempo para el recuerdo.
*Un tiempo para pensar.
*Un tiempo para sentir.
*Un tiempo para imaginar.
*Un tiempo para entenderse.
*Un tiempo para renacer de nuevo.
*Un tiempo para volver la mirada al corazón.
*Un tiempo para la fiesta.
Donde Las Nieves- en La Montaña- han escrito en las paredes, en las jambas y los dinteles:
¡ABIERTO POR ALEGRÍA!
No se me ocurre mejor oración que este canto compartido, en compañía de unas personas que me parecen mágicas porque saben rezar cantando y tocando instrumentos. Son Fefo Pérez y Fina de León. Agradecer también la magnífica colaboración de Diego al violín. Gracias por estar conmigo hoy.
Gracias. Gracias. Gracias.
La Montaña, 2 de Agosto de 2019.