Por Francisco Hernández Delgado
María Dolores Rodríguez Armas
En las vegas y tierras más fértiles de Lanzarote levantaron los conquistadores multitud de molinos de vientos de tipo castellano para obtener gofio molturando el trigo y la cebada.
La fuerte producción cerealista de esta isla y de la vecina isla de Fuerteventura hace que se las conozca como «graneros de Canarias».
En la zona de Teguise, Guatiza y Teseguite se conocen abundantes construcciones de este tipo. Los molinos eran conocidos popularmente con el nombre de «pajeros» al recordar su estructura a las típicas acumulaciones de paja hecha por los campesinos.
De planta circular, contaba con dos pisos y una techumbre de madera que los coronaba y daba paso a las aspas. Se giraba de la misma manera que los molinos andaluces: con un palo largo que se comunica con la maquinaria interior. La maquinaria tenía una volandera de la que partía hacia arriba el «husillo» que acababa en una «linterna» que engranaba con la rueda dentada ( la cangrejera) fijada en el eje semi-horizontal de las aspas.
La madera utilizada era generalmente la tea, completándose con otras como el palo blanco, el castaño, la higuera….
En 1920 había 12 molinos de viento funcionando en el municipio:
2 en las Eritas (Teguise).
1 en el Mojón.
3 en Guatiza.
2 en Tiagua.
1 en Muñique.
1 en San Rafael (Teguise).
1 en Teseguite.
1 en la Graciosa.
La importancia de los molinos en el Conjunto del Casco Histórico de Teguise ha hecho que el Ayuntamiento haya restaurado unos y recuperando otros. El único que conserva su edificio intacto es el del barrio de los molinos, su maquinaria se ha reconstruido en el «Taller de Maestro Domingo Abreut» que cuenta con una gran experiencia en este campo.