Por Francisco Hernández Delgado
El antiguo pueblo de Guatiza se hallaba asentado alrededor de la antigua ermita de Santa Margarita, desde principios del siglo XVI. Cuenta D. Agustín de la Hoz, en su obra «Lanzarote», (1962), que a causa de los fuertes ataques piráticos bereberes, que la divisaban desde el mar, se vio obligada su población a abandonar las zonas altas y trasladarse en los primeros años de 1600, a La Vega, donde disminuyó la asiduidad de estos ataques y se recuperó rápida y segura su economía a la par que sus gentes y cultura.
La ermita de Santa Margarita, de la cual encontramos el actual cementerio de la zona, construido en el siglo XIX, está adaptada a las condiciones geomorfológicas de la isla: planta rectangular, cubiertas de adobe, escasos vanos y pocas aberturas hacia el exterior A pesar de ello, dentro de las iglesias lanzaroteñas con estas características, el suyo es un caso particular, ya que su frontispicio, de fecha avanzada, ofrece el aspecto de las construcciones levantadas bajo el apogeo romántico, con el clasicismo de su balaustrada interrumpida al centro por la espadaña y con sendos jarrones sobre plintos a los lados; el alfiz, sin embargo, es un recuerdo, aquí inspirado en cuanto a sus apéndices barrocos por las fachadas de los templos de Teguise.
La santa titular del templo está representada en un cuadro al oleo, de claras influencias flamencas. A modo de viñetas divinas se cuenta la historia de Santa Margarita, en letra gótica. Los desgarros de la tela, debidos a la vieja costumbre de «pinchar» con flores los ojos de los sayones que en cada cita del martirio de la Santa aparecen, han obligado a una seria restauración y a un traslado del cuadro a la iglesia del Santo Cristo de Las Aguas en La Vega, donde se encuentra actualmente.
Escultura de gran valor y rara iconografía es la que representa al Niño Dios a la edad de 12 años en el templo judío. Otra talla en madera de un Apóstol lo acompa¬ña, más una Santa Margarita de escayola de escaso valor
La pobreza de la ermita es remediada en la época de sus Fiestas Patronales, con típicos enramados y manifestaciones populares ancestrales.
Iglesia del Cristo de Las Aguas
La iglesia del Cristo de Las Aguas fue erigida a finales del siglo XVII. Con muy pocos datos contamos sobre ella. Según la tradición que en la caleta del Riadero apareció flotando un crucificado de algún valor, que al poco hizo el prodigio de atraer las lluvias tan deseadas, precisamente cuando el pueblo andaba en crisis terrible debido a la pertinaz sequía de tres años consecutivos. El milagro del Cristo le valió el sobrenombre de «Cristo de las Aguas», y en su honor Guatiza levantó iglesia a finales del siglo XVII, principios del siglo XVIII.
Esta iglesia presenta una planta rectangular, copia exacta de la del Cristo de la Vera Cruz de Teguise, un fuerte aIzado sostenido por el apoyo de recios contrafuertes, abertura frontal y lateral, ventanales avidrierados, y rosetón en la portada. Una elegante linterna sobre la bóveda, y una cubierta de adobe sobre estructura de parhilera de tea. La espadaña, doble, cuenta con dos campanas de bronce; rematada de piedra tallada, y conjugada estéticamente con el resto de la fachada por dos jarrones pétreos, completa esta particular iglesia, celadora de varias obras maestras.
Junto al Cristo venerado de Las Aguas y del famoso cuadro flamenco de Santa Margarita, destaca una talla en madera policromada de la Inmaculada, con muestras del cincelado propio de la escuela de Estévez; y una Virgen del Carmen también perteneciente a digna escuela.