Fuente: La Voz 8 – 7- 2003
Se ocupaban y se ocupan de criar y educar a sus hijos, hacer las tareas de la casa (es decir «TODO») y cuando hubo agricultura, trabajaban en el campo. Hoy se han superado y trabajan en igualdad a cualquier hombre, gracias a su esfuerzo.
Quisiera tener un recuerdo para mi maestro, Don Bartolo, que como educador no fue ni mejor ni peor que otros de su época, pero como persona si fue un referente para muchos de mi edad. Él, sin imponer demasiado carácter, se hizo respetar, otros siendo más severos, sólo consiguieron que se les tuviera miedo, eran otros tiempos.
Fue una época más bonita, más entrañable, más noble y no puedo hablar de otro lugar que no sea La Villa, no crean que me lo estoy imaginando, eran los años cincuenta/sesenta, cuando todo se compartía, lo bueno y lo malo, incluso como decía mi abuelo: «Hay que compartir hasta el hambre, porque el hambre compartida siempre nos toca menos». A pesar de todo, había fiesta del Carmen para todos, sin duda.
No quiero hablar de las cartillas de racionamiento, pero sí de cuando me tocó con muchos niños y niñas de mi edad, ponerme en una cola de cuatro o cinco horas para comprar una botella de aceite o de petróleo, eran tiempos difíciles, A pesar de todo, siempre hubo tiempo, ganas y deseos de fiesta, para la celebración de nuestra Patrona, nuestra fiesta principal, «El Carmen», día muy señalado. Nuestros abuelos no salían al campo ese día y nuestros padres se afanaban por matar una gallina o incluso el gallo que les servía de despertador, se caldeaba el horno y, con un poco de suerte, comías pan ese día, sin estar enfermo, se notaba que era un día importante.
Ya en los años setenta, cuando el que les cuenta estas vivencias y anécdotas se vestía de hombre, con corbata y fijador en el pelo, y paseaba con las mozas en la plaza a la salida de misa y en la carretera los domingos por la tarde y en especial el «Día Del Carmen», ese día se extrañaba y las chicas tenían que lucir sus mejores trajes para la ocasión, no podían llevar pantalones ni minifalda para entrar en la Iglesia, había normas muy estrictas y «Rafael El Sacristán» se encargaba de hacerlas cumplir, siempre era mejor acatar sus órdenes, yo hablo por experiencia.
Hasta la época de los setenta/ochenta, hubo mayor participación que hoy en las Fiestas del Carmen, todo el pueblo participaba de una u otra forma, engalanaba sus ventanas y balcones para el paso de la Procesión con La Virgen del Carmen, acompañada de nuestra banda de música, los jóvenes hacían competiciones de toda índole, por el mero hecho de integrarse en la fiesta. Había más implicación de todo el pueblo, del municipio y de quiénes nos visitaban, era la Fiesta Grande de La Villa, «El Carmen».
Luego, llegó la fiesta de todo gratis y disfrute visual, sin esa participación tan necesaria e importante, yo diría que imprescindible.
Hoy estamos en tiempo real, pero se vive con menor intensidad cualquier acontecimiento, sabemos que mañana no es noticia.
Llamo a la participación, de las personas mayores para animar a la juventud que está apática o desencantada a vivir estas fiestas y rememorar épocas anteriores con sus partidos de fútbol, lucha canana, bolas, envite y otros juegos propios de nuestro pueblo, «La Villa», creo que merece la pena hacer un esfuerzo porque no se pierdan nuestras Fiestas del Carmen, que forma parte de nuestra cultura y hago este llamamiento, muy especial, a la juventud.
Espero que no sea tarde para desde la escuela y por supuesto apoyado por la familia, volvamos a darle el valor de estas fiestas del Carmen de La Villa, con la colaboración de las instituciones y en este marco único de Conjunto Histórico. Que cada rincón sea engalanado adecuadamente y que la banda de música nos despierte como lo recordamos los mayores.
Tenemos que demostrarnos a nosotros mismos y sentirnos orgullosos de nuestras tradiciones y costumbres y no dejar pasar la oportunidad para invitar a nuestros parientes y amigos a celebrar con nosotros las Fiestas del Carmen de La Villa.
Espero la participación desinteresada, como no podía ser de otra manera, de nuestros grupos de Folklore, Teatro, Coral y otros que tenemos para disfrute y orgullo compartido de las gentes de este pueblo.
No piensen ni por un momento que estoy afirmando aquí que cualquier tiempo pasado fue mejor, nunca más lejos de la realidad, era otra forma de vida, donde parece que no importaba el tiempo, nos guiábamos por el sol y las campanas de la Torre y, cuando se esperaba viento o lluvia, nos lo anunciaba Tomás el Pastor, que acertaba, más o menos, igual que hoy Montesdeoca en la Televisión.
No cabe por mi parte pedir un mayor esfuerzo para lograr lo que a mí me gustaría que fuesen las fiestas del Carmen, sólo me cabe pedir disculpas si he sido reiterativo, dar las gracias a los asistentes y desear que todos nuestros invitados sean siempre bienvenidos y disfruten con nosotros de unas buenas fiestas juntos. Muchas Gracias».