Cruces de la concordia

Fuente: canarias7 – 6-11-1998
Situadas en la Villa de Teguise, eran nexo de diversas celebraciones festivas durante pasadas décadascruz-3

Las cruces de Teguise son testigos ilustres de la historia de la Villa. En total eran 14, si bien la mitad estaban en el recuerdo desde hace tiempo. Las siete supervivientes de tea y caoba han vuelto a sonreír con su nueva restauración de sus compañeras. Los mayores que vivieron en el pueblo recuerdan lo importante que eran estos maderos en la vida diaria de la Villa, puesto que, ubicados en los principales puntos del núcleo, eran referencias principales de los actos festivos y religiosos, así como puntos de unión en la vida cotidiana.

Alguien que las rememora perfectamente es Carmen Del Castillo. «Si la cruz estaba delante de una casa principal, los dueños, el día del Vía Crucis mon-taban en una habitación que diese a la calle un altarcito y ése era el lugar donde el cura rezaba». Uno de los motivos para asistir «era expiar nuestros pecados, con lo cual tenía que ir el pueblo al completo, porque antes todo era pecado».

Las catorce cruces de la villa sí tienen voz. La boca de estos símbolos religiosos están en las personas que fueron estudiantes cuando las calles estaban empedradas. Dolores Bermúdez, de 92 años, ha visto e¡ cambio evolutivo superlativo que se ha dado en la Isla: «Aquí los niños han pasado de ir descalzos o con alpargatas al BMW». Esta señora de memoria prodigiosa estuvo estudiando en la Villa de 1915 a 1928 «época en que se estaba construyendo la parroquia de Teguise, porque se quemó en 1909».
De aquella época recuerda que «el tres de mayo construíamos cruces en el patio de mi casa y a las de las calles se les ponían flores o coronas».
Respecto al Vía Crucis, ir de estación en estación» paradas marcadas con cruces por todo el pueblo de Teguise. La salida era de la Veracruz, hasta volver al mismo sitio. Esta procesión no la tiene grabada con frescura en la memoria. Ella cree que «eso fue con Franco que revivió el catolicismo».
Una persona que sí tiene presenta este evento es Carmen del Castillo. Ella sigue creyendo que la gente «iba porque se asustaba por el infierno, el fuego que nunca se estingue y las calderas de aceite». Esta señora, de 63 años, también afirma que «muchos funcionarios, más bien todos, iban porque si el cura daba un parte negativo de su conducta católica podían quedarse sin sueldo durante dos meses».
Del Castillo, rememora sus vivencias. «Nosotras, yo y mis amigas, éramos niñas e íbamos muertas de frío, nos tapábamos con lo que trincábamos, porque en la Villa hace un frío impre¬sionante por las noches».
El recorrido de las 14 cruces dependía del cura. «Si desgraciadamente estaba inspirado, se paraba en todas las estaciones y nunca acababa la procesión».
Ahora, «recuerdo con cariño esos años y pienso hacer el recorrido de mi niñez desde que pueda por las calles de Teguise», apreció esta buena amante de las tradiciones.
Restauración
Ahora cualquier lanzaroteño puede irse a la Villa a hacer su propio Vía Crucis, porque las catorce cruces están en su sitio, después de que la Escuela Taller del Casco Histórico de Teguise las haya recuperado del olvido. El director de este proyecto, Pedro Correa, recordó a este respecto que «faltaban siete cruces en el pueblo, algunas de ellas las realizamos fijándonos en fotografías donde salían, otras según contaban los viejos del lugar»
Sobre los materiales usados para reproducir la cruces perdidas en la Villa, Correa aclara que «para la cruz, los chicos usaron madera de tea que era el material original y para la base piedra natural volcánica, cortada por los chicos a mano».
La colocación de las mismas en las calles, la realizaron también contando con los recuerdos de los mayores de Teguise.
Ahora las calles de Teguise van recuperando su imagen auténtica que los años o las malas políticas intentaron borrar de la historia isleña.
Con su nuevo lustre las catorce cruces de Teguise vuelven a ser parte de la memoria de la historia de un pueblo.
Las mismas ya no servirán para amarrar a los burros, ni para otras prácticas similares, pero sí que tendrán otra vez plena validez para que gran parte de la vida vecinal recupere esa tradición a lo añejo, con las cruces como punto de conexión, incluso para los más pequeños, que aún se ilusionan cuando montan a lomos de los leones de la plaza principal, frente al Palacio Spínola

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