Arquitectura utilitaria

Fuente: Lanzarote y su patrimonio artístico
Por Juan Sebastián López Garcíacilla

Un buen ejemplo de la arquitectura utilitaria lo constituye la Cilla de Teguise, tipo de edificio relacionado con los diezmos que la feligresía aportaba a la Iglesia y de los que quedan pocas muestras en Canarias. El teguiseño se levanta en la plaza principal y aunque la institución estaba fundada con anterioridad (por lo menos desde 1565), el actual es de 1680. En ese período de finales del siglo XVII se asistió en Teguise a un amplio programa constructivo en el entorno de la plaza mayor, con las obras de la parroquial matriz. La cilla responde a las características generales de un almacén, con ingreso principal adintelado hacia la plaza y formado por dos cuerpos adosados, a manera de naves, con cubiertas individuales a dos aguas. La cubierta exterior es de torta.

También fue cilla diezmera el edificio de Tías que más tarde se convirtió en ermita de San Antonio, con la finalidad de atender espiritualmente a los numerosos vecinos de la parte baja de la población. Sus características siguen el patrón de Teguise, de dos na¬ves, aunque en la fachada tiene espadaña de dos huecos por su cambio de uso.
Durante varios siglos los enterramientos se realizaron en los recintos religiosos y aunque su prohibición se dictó en 1787 no es hasta el siglo XIX cuando se generaliza la construcción de camposantos en Canarias. De los cementerios de Lanzarote, según señala Pérez Péñate, los de Tías (1799) y Femés (1818) no responden a las normas que dictó Carlos III, ya que están muy cercanos a las respectivas iglesias y en el centro del diseminado de la población. El de Arrecife se construyó en 1809, el de San Bartolomé en 1813 y el de Teguise en 1814. En Yaiza, todavía en 1862 no se contaba con un cementerio público que siguiera la normativa legal. Todos responden a soluciones sencillas concentrando en la portada los elementos más interesantes (arcos, frontones, símbolos cristianos, etc.), a los que hay que sumar las capillas funerarias, con ejemplos interesantes en el cementerio de Teguise.
Entre estas estructuras destacó por su importancia histórica y por ser un elemento referencial en la antigua Villa, la célebre mareta, citada en todas las descripciones y La Cillareflejada por Leonardo Torriani (siglo XVI) y por Pedro Agustín del Castillo (siglo XVII) en sus ilustraciones de Teguise. En algunos documentos se toma como referencia, así el 22 de febrero de 1644, el escribano público del cabildo de Lanzarote levanta acta en la Villa de Teguise: «estando en la casa de mi oficio que es en la placeta de la calle de la Cruz y enfrente de la mareta de esta villa». Esta obra constaba de un depósito central circular denominado «la caidera» que tenía cuarenta metros de diámetro y casi diez de profundidad, exteriormente estaba anillado por muros que formaban un canal llamado «la coladera». La desaparecida mareta era el depósito de reserva de agua para toda la isla y en su mantenimiento participaba toda la población lanzaroteña que se organizaba en «cuarteles» para su periódica limpieza.
Contrastando el carácter urbano que le podemos otorgar a la cilla diezmera o los cementerios (los más antiguos emplazados en los bordes), otros ejemplos utilitarios poseen otro más rural, muchos de ellos también estudiados en el mundo de la ingeniería civil y la etnografía. Un buen ejemplo es el faro de Pechiguera, proyectado por Juan de León y Castillo e inaugurado en 1866. Con un fuerte vínculo con la economía de la isla están los hornos de cal, lagares, tahonas, salinas, molinos y molinas, etc.
(…) Aunque, como se ha visto, ninguna pieza haya sido tan esencial como los aljibes y los elementos relacionados con ellos, los cuales fueron imprescindibles, tanto en la casa urbana como en la vivienda situada en el mundo rural. Se trata de un elemento muy vinculado a la arquitectura doméstica ya que aparece asociado a todas las construcciones, desde las más modestas, como las casas gracioseras de piedra seca, hasta las muestras más destacadas del centro de la Villa de Teguise, tal como ilustra la Casa Espínola. En cada ámbito, el ingenio del lanzaroteño adaptó las construcciones y, en casos, sus aledaños, para obtener una mayor capacidad de captación de agua, aprovechando las azoteas y patios o las escorrentías que iban por calles, caminos o laderas de montañas. Al igual que sucede con la propia vivienda los materiales y las soluciones son muy diferentes, yendo desde los más modestos, hasta las cerradas con arcadas de cantería. Entre los elementos más llamativos están las alcogidas, que no siempre son de carácter natural aprovechando el declive del terreno, sino que en ocasiones están construidas impermeabilizando el suelo y creando grandes pantallas de capta¬ción superficial de agua que, debidamente canalizada, termina en los aljibes o estanques.

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