Fuente: El norte – Volumen 1- 1994
Conocida también por SAN MIGUEL DE TEGUISE, LA REAL VILLA DE TEGUISE o simplemente LA VILLA.
Tiene 1.500 habitantes y casi 500 construcciones. A pesar de ser el tercer asentamiento europeo en el Archipiélago Canario -después del Rubicón en el sur de Lanzarote y Betancuria en Fuerteventura- fue la primera ciudad, propiamente dicha, de Canarias y la capital de Lanzarote hasta mediados del siglo XIX. Está declarada Conjunto Histórico Artístico.
Situada en la meseta sur del Macizo de Famara y al este de la franja de El Jable, se asienta desde 1415 sobre la «gran aldea» aborigen de ACATIFE y desde 1418 lleva el nombre de Teguise -la hija del último rey aborigen Guardafía, bautizado en 1405 con el nombre de Luis- con la que se casó Maciot de Bethencourt (sobrino y heredero del conquistador de la isla)
En la segunda mitad del siglo XVI la Villa de Teguise sufrió frecuentes y terribles ataques de piratas portugueses, franceses y berberiscos que destruyeron la mayor parte de sus edificios además capturar a muchos de sus pobladores. El ataque más desolador ocurre en 1618, cuando los piratas Xabán y Solimán quemaron sus casas y campos llevándose cautivos a 900 vecinos de la Villa. De sus cenizas Teguise siempre resurge, alcanzando su máximo esplendor en el siglo XVIII con la construcción de la mayoría de las edificaciones que aún hoy se conservan y que hacen de La Villa una ciudad señorial donde pasear es retroceder en el tiempo, envueltos por el silencio de sus calles y plazas.
En el siglo XIX comienza su decadencia a favor del puerto de Arrecife, hasta que en 1852 cede la capitalidad al Puerto que se había convertido en el nexo de unión con el exterior y, por lo tanto, en el centro comercial de la isla.
Teguise ha tenido fama por sus talleres artesanos de fabricación del timple, pequeña guitarra de cinco cuerdas que llegó a estas islas procedente de Portugal para luego extenderse por Oceanía e Islas Hawai, en donde se conoce como ukelele. El timple es el instrumento musical esencial en el folclore canario.
Todo Teguise es digno de ser recorrido sin prisas. En todos sus rincones se puede saborear el silencio y el abolengo de su pasado. Cualquiera de sus calles y plazas adoquinadas y la mayoría de sus construcciones son de gran belleza y valor histórico.