Fuente: El norte – Volumen 1- 1994
Hay testimonios de su existencia desde principios del siglo XVII, fecha que coincide con la edad de su ermita dedicada a San Sebastián. En el siglo XIX el caserío de El Mojón vivió su época de mayor esplendor, llegando a tener cuarenta dromedarios, todo un signo de riqueza y poder. Desde principios de este siglo comienza su decadencia con el abandono de la agricultura por parte de los jóvenes que se trasladan a la capital o a los núcleos urbanos con más alternativas.
Aunque ya nadie se dedica a trabajar el barro, las mujeres de El Mojón elaboraron la más tradicional cerámica de Lanzarote con los mismos métodos que los usados por los aborígenes que no conocieron el torno. De hecho, los más reconocidos ceramistas conejeros que emplean los métodos aborígenes (Doña Dorotea y su familia) proceden de este pueblo o aprendieron en su día las técnicas empleadas por sus artesanos (Brito). También fue famoso el queso de El Mojón curado en arcilla roja.