Caleta de Famara

Fuente: El norte – Volumen 1- 1994Famara-6

Situado en las proximidades de los Riscos, La Caleta de Famara fue y es en la actualidad un pueblo de veraneo de los habitantes del resto de la isla, como lo demuestra la diferencia entre los trescientos habitantes empadronados y el número de viviendas, 570. César Manrique pasó aquí los meses de verano en compañía de su familia y aquí realizó sus primeros dibujos impresionado por la majestuosidad de los riscos que vigilan el pueblo y la fauna marina de esta costa. Manrique llegó a tener un estudio en este pueblo marinero.

Famara, al igual que Zonzamas, fue un gran poblado aborigen. Debido a los pozos y pequeños manantiales nacidos en el Macizo, los monjes franciscanos que llegaron a la isla con Jean de Bethencourt se establecie­ron a una legua del poblado aborigen, donde permanecieron por espacio de 33 años. A principios del siglo XVIII en esta zona los habitantes de Soo y de Famara guardaban sus barcas en construcciones de piedra seca. Aparece en 1783 por primera vez el término Caleta de Famara como «playa de la que se extrae gran cantidad de pescado». La primera vivienda edificada con piedra y barro data de 1872 y fue construida por un vecino de Soo, Gregorio Tavío. La aldea se forma con la llegada de algunas familias de la Graciosa. Durante años se extrajo cal de sus alrededores para emplearla en la construcción.

Muy cerca de Caleta de Famara y frente a la playa, se encuentra la urbanización Island Homes, con chalets de planta semicircular.

La playa de arena de Famara, de nueve kilómetros de longitud, es la más larga de toda la isla y una de las más agradables, aunque el baño en sus aguas requiere mucha precaución pues las corrientes que se forman en el golfo son peligrosas. De entre estas aguas de la bahía sobresalen los restos de un mercante griego que hace diez años embarrancó en las arenas de la playa de Famara. Transportaba madera y cemento y ya forma parte del paisaje, como advertencia de la fuerza del mar en esta zona.

La Caleta de Famara es conocida también como Caleta de la Villa y es aquí donde comienza El Jable, cuyas arenas empujadas por el viento, cruzan la isla hasta la costa opuesta, entre Arrecife y Puerto del Carmen.

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