Francisco Hernández Delgado
Cronista Oficial de Teguise
Las costumbres y tradiciones identifican de algún modo a nuestros pueblos.
Costumbres y tradiciones que forman parte de nuestro patrimonio cultural.
La historia nos habla del origen de las peleas de gallos y lo sitúan en el continente asiático en la India o en Medina, una región cerca de Babilonia, de donde proceden la variedad de gallos llamada Bankara o Bankivas y los Sonneratti. En China aparecieron unos 1400 años antes de Cristo.
A lo largo de la historia el gallo es representado unas veces como ave que espanta los males, como ocurre en Irán, como ave sagrada en el código Mamú de la India, como modelo e inspiración de artistas o como figura en Grecia en la cimera de Minerva junto a los Dioses Marte y Mercurio. También se cuenta que en Grecia a los jóvenes se les obligaba a presenciar las peleas de gallos para que aprendieran como había que luchar defendiendo la patria, también es en Grecia donde estos gallos aparecían en las monedas.
No hay fechas exactas sobre la llegada de los gallos de pelea a Canarias. Algunos historiadores cuentan que desde la época feudal se celebraban peleas de gallos en Fuerteventura y Lanzarote. Bethencourt Massieu nos dice que los gallos ingleses o de peleas llegaron a Canarias desde la Baja Andalucía a raíz de la incorporación de las islas de realengo a la Corona, otros dicen que nuestros gallos ingleses proceden de la India, de donde fueron traídos a occidente por los colonos ingleses.
Una de las variedades más numerosa de estos gallos que entraron en Canarias fue la llamada «jerezana». Las flotas que iban a las Indias llevaban gallos que peleaban en la cubierta.
Existen datos de peleas de gallos en la casa de los Coroneles de Fuerteventura del año 1700.
De 1778 se conocen algunas referencias sobre peleas de gallos en Tenerife y según las crónicas asistían entre 400 y 500 personas.
En 1859 hubo encuentros de gallos entre Lanzarote y Las Palmas. Las galleras de Arrecife y Teguise contaron con famosos cuidadores de gallos, que desde inicios del siglo XX más o menos de una forma continuada han mantenido esta tradición, gracias a la cual podemos contar con unos gallos nacidos y criados en nuestra isla.
En 1905 don José Cullen escribía desde la Habana a su amigo don Agustín Aldana, como estaba la situación de las peleas de gallos entre Teguise y Arrecife,
Sin lugar a dudas es en el semanario Antena donde se recoge parte de la historia de los gallos de pelea de Lanzarote.
Cuidadores y aficionados convirtieron las peleas de gallos en una actividad en la que estaban involucrados la totalidad de los jóvenes del pueblo de Teguise.
Nombres como Severino Bethencourt, Agustín del Castillo, Francisco Perdomo, Andrés Cabrera, Jesús López, Tomás Chacón, Maximiano Díaz o Leandro Fajardo, no sólo de lograr verdaderos ejemplares de gallos para pelear, sino que contaban con espacios en el campo para cuidar y mantener esta raza de gallos de pelea.
Por Arrecife destacaban los nombres de Paco Delgado, Pepe Saavedra y Augusto Lorenzo entre otros.
Las palomas jugaron un papel importante en el desarrollo de las peleas de gallos, pues ellas llevaban las primeras noticias del resultado de los encuentros de las casas de gallos de Arrecife y Teguise. Fueron los Spínolas que en ambas ciudades contaban con palomares convertidos en verdaderas estafetas en las que se agolpaban los aficionados que no se podían desplazar hasta el lugar de las peleas.
Otras figuras destacadas fueron los llamados galleros, encargados del cuidado de los gallos. Eran los principales protagonistas de esta afición, hombres que convirtieron su trabajo en amor y arte para con estos animales.
Amor, porque el gallo era como su hijo, a quien cuida y mima, al que trasmite el calor de sus manos al que habla con el lenguaje mudo de sus ojos.
Arte porque convierte al gallo en una figura, cuyos músculos y plumaje le convierten en una obra de arte.
Los aficionados recordamos los nombres de Alejandro Niz, José «El Moño», Álvaro Tapia, Manuel Marrero Santana, Federico Chacón, Garrincha y Adolfo Santana, como grandes galleros.
Las casas de gallos procuran dejar siempre gallos para mantener la raza, Y los cuida cada uno en un lugar distinto para evitar que se maten entre ellos.