Dicen que un hombre vestido de negro ronda la vivienda de Severino Betancort
La Provincia 24 de diciembre 2015
Concha de Ganzo
Las calles estrechas y serenas por donde se escabullen las sombras y las gentes dan a Teguise un toque de distinción. Entre la magia y el encanto, la Villa sigue siendo una ciudad principal de ricas y sombreadas casas, palacios como el de los Spínola, casonas ilustres como la de don Severino Betancort, situada en pleno casco histórico de Teguise junto al callejón del Duende. Y en medio de este paisaje, de este entorno plagado de historia surgió una peculiar leyenda: la de las extrañas apariciones de don Severino Betancort.
Para la mayoría de vecinos de Teguise sólo se trata de una absurda cantinela que se inventó una extranjera a principios de los ochenta, buscando entre otras oscuras intenciones que bajaran el precio de la vivienda. Esta señora que había alquilado la casa no paraba de comentar que algunas noches “oía ruidos en la zona que antiguamente ocupaba la bodega y que se le aparecía un señor vestido de negro con sombre-ro”. Por supuesto ella aseguraba que se trataba “del señor Severino”. Este anexo aparece en el breve historial que sobre la figura de este alcalde de Teguise queda recogido en el archivo histórico de la villa. Sin embargo, también es verdad que el propio historiador añade en tono jocoso que “no hay que olvidar que el callejón, que está junto a la casa, lleva el nombre de Duende”. Los vecinos de Teguise consideran que la figura ejemplar de don Severino Betancort no merece pasar a la historia como si se tratara de un simple fantasma, aun-que otros, tal vez los más creyentes, y dado el carácter bondadoso de este personaje también piensan que don Severino decidió regresar a su vieja casa, porque nunca estuvo conforme con irse.
Esta leyenda cuajó durante años entre los vecinos de la Villa, sobre todo entre los más pequeños, a los que se les advertía que era mejor no pasar por delante de esta casona, ante la posibilidad de tropezar con este ‘fantasma.’
La realidad es que don Severino fue sobre todas las cosas una gran persona. Casi todos coinciden en señalar que se trataba de un caballero, siempre dispuesto a ayudar a los demás, sobre todo en aquellos tiempos. Años de penuria y escasez en los que Lanzarote vivía malos momentos, igual que en el resto de las Islas. Don Severino, uno de los grandes hacendados de la época, destacó por su humanidad y sus buenas obras. La imagen que a veces se tiene de los ricos sobre su extremada tacañería no tiene nada que ver con la forma de ser y de actuar de este estimado vecino. Precisamente fue a los pocos años de su muerte, cuando comenzaron a es-cucharse las historias que contaba una inquilina sobre las supuestas apariciones del señor de la casa, que recorría la zona de la bodega como si se tratara de un alma en pena. La vieja casona había sido vendida por los herederos a unos extranjeros, que a su vez volvieron a revenderla. En la actualidad, y después de muchos años, en los que nadie se atrevió a ocupar este inmueble, la casa de don Severino Betancort se ha convertido en una agradable crepería, con gran afluencia de clientes sobre todo los domingos, coincidiendo con el día del mercadillo de Teguise.