Pregón de las Fiestas del Cristo de Las Aguas
Guatiza 2016
Por: CELSO BETANCORT DELGADO
El cuento de dos amigos que a las Fiestas del Cristo fueron invitados
Por suerte y por orgullo | Y si la historia les puso apodo |
cada pueblo tiene algo suyo | no seré yo quien le quite su uso |
a unos les gustan | dicho de otro modo |
y a otros por desgracia les disgustan | que se lo quite quien se lo puso |
Después de esta breve introducción paso a contarles un cuento que a dos amigos, uno de Tías y otro de Tinajo, en una visita al pueblo de Guatiza En las Fiestas del Cristo les aconteció.
Con todo cariño y disculpas de este humilde orador, no se ofendan quienes me escuchen y a pesar de que se oiga algún susurro, a los de Tías les dicen cochinos y a los de Tinajo burros.
Como les dije, tales amigos, uno medio zurrón y otro espabilado, a la fiesta de un amigo, al pueblo de Guatiza, fueron invitados. Era la muerte de un cochino, que un tal fulanito de tal de Guatiza por las fiestas del Cristo había organizado. Era septiembre y fue un año recordado, por las grandes lluvias habidas, que lo había dejado todo anegado.
Le dice el uno al otro, ya verás lo bien que lo vamos a pasar con estos bobos de Guatiza , fíjate que llaman viento del norte a la brisa y además son medio zoquetes, confunden la falúa con la chalana y el remo con el tolete. «Puede ser» le responde el otro.
Nuestros amigos hacia el norte arrumbaron y cuando a Arrecife llegaron , un rato tuvieron que esperar, para la guagua poder coger, era tanta la lluvia que caía que en un bar se tuvieron que guarecer. El rato que allí estuvieron vieron mucha gente pasar y le dice el uno al otro ¡ Chacho bien de gulfines hay en este Puerto! El otro le responde «Puede ser».
Suben a la guagua, era amarilla, y lleno de lecheras el techo estaba, «las gildes les decían» y media peseta costaba. Arranca aquella guagua y largaba un humerío que asfixiaba, pero amigo, de llover no paraba. Y cuando llegaron a Tahiche, que fue en un santiamén. Fíjense qué casualidad dejó de llover, y sacando la mano por una ventana que estaba rota. Le dice el uno al otro. «Agua por todos lados y en Tahiche ni una gota«. El otro le responde «puede ser».
La guagua que por la Villa tenía que pasar, al llegar a ese pueblo una banda parecía tocar.
Dice el espabilado . «En la Villa en fiestas deben estar, porque se oyen trompetas sonar».
Le responde el otro «puede ser».
Cuando llegaban a Guatiza, la Vega llena de agua estaba, y allá a lo lejos vieron que del agua algo asomaba, y parecía una cosa rara, pues eran dos hierros que en cuchara terminaba. Intrigados, al cobrador, que Antonio Caraballo se llamaba, preguntáronle: ¿Qué es aquello, que parecen dos cuernos al cielo apuntando. El bueno del cobrador les responde» Es la chocha de Juan Núñez que se fue al fondo cuando estaba mariscando».(1)
El otro responde «puede ser».
Cuando llegaron a Guatiza, y al bajarse en cuatro esquinas, vieron dos camiones pasar, el uno con la trompa ahumada y el otro tocando la bocina los saludaba. Al ver que fueron por los camiones saludados e intrigados por la curiosidad, preguntaron a uno que estaba sentado en la acera del imparcial. ¿Oiga cristiano aquí todos los camiones son así de educados y finos? A lo que les responde. «Sí , uno es el «bocanegra» (2) que va borracho ya que en vez de gasoil funciona con vino y el otro es el «chato de morales»(2) que toca la bocina cuando ve animales».
«Puede ser» dice el otro.
Cuando iban caminando y la casa del amigo andaban buscando, le dice el uno al otro. «Me da que con nosotros se están quedando». «Puede ser» respondió el otro.
Andaban medios perdidos, porque a la casa del amigo no sabían llegar y a uno que venía de frente le fueron a preguntar. «Disculpe maestro…¿Cómo a la casa de fulanito podemos llegar?
Por supuesto les respondió con gran educación, «sigan todo recto como los raíles de un tranvía, luego tuerzan a la derecha, pero no se salgan de la vía, luego a la izquierda, después de nuevo a la derecha, la siguiente a la izquierda,
luego suban para arriba y después bajen para abajo…… y ya está. ¿Lo tienen
claro? Hombre dicho así yo muy claro…claro no lo veo ¿y tú? le pregunta al amigo y el otro responde «Puede ser».
Siguieron caminando y se encontraron con otro con una cachimba y el sombrero a medio lado. Vamos a preguntarle a éste aunque tenga pinta de atontado. ¿Oiga buen hombre..cómo a la finca de fulanito de tal y tal podemos llegar? Por supuesto, no tienen pérdida..ven aquella finca de tuneras, pues está justito detrás., usted se refiere a aquella que tiene unas cositas blancas encima de las paredes..lesa misma le responde el buen hombre..Y qué son esas cosas blancas tan bonitas que parecen flores encima de las paredes….El de Guatiza le responde son señales para que no se suban encima los animales, les decimos «pareones» que en Guatiza los hay a montones. «Puede ser» responde el otro.
Cuando llegaron a la casa de su amigo, éste les recibió, y después de un cordial saludo, les dijo «la casa a su disposición»
Viendo el tenderete que allí estaba formado, el olor a carne frita y el vino por todos lados, nuestros amigos estaban asombrados ¡Oiga! aquello estaba de maravilla y dirigiéndose al dueño le dice «esto está de perilla«.
Poco a poco hablando con unos, hablando con otros los vinos fueron entrando la cabeza y las piernas aflojando y la fiesta como era lógico se fue animando. Vieron que una partida al truco unos chicos jugaban, decían cosas raras que los forasteros no entendían. Le dice el uno al otro debe ser un juego tonto pues no
se juega en Tias. Siempre estaban discutiendo y había uno que parecía el más espabilado que le decía al compañero «Juega fresco y no juegues trincado«.
Nuestros amigos fueron cogiendo confianza, y al pasar por delante de la cocina en ella vieron a una mujer que un potaje hacía, al preguntarle a la señora de qué era aquel potaje que tan bien olía, ésta les respondió: de chícharos y que le daba para 60 días. Ya mosqueado nuestro amigo, le pregunta a la señora ¿y no le echan de verduras, cascaras de papas, de higos picones y de plátanos como nosotros en Tías? . A lo que la señora le respondió: No, por Dios, aquí las cascaras de papa, de higos y de plátanos las ponemos de ensalada… aquí al potaje de chícharos de verduras les ponemos rábanos y tunera picada.
Abandonan la cocina y el vuelve a decir el uno al otro…No te dije que se están quedando con nosotros…»Puede ser» le responde.
De pronto escucharon a unos discutiendo y le preguntaron al dueño que estaba pasando, y éste les contesta «aquél de allí que siempre la está enredando… porque ustedes ven aquél que bizcocho está chascando…siempre entre los dos están peleando». En esto llega uno con cara de santo y hablando con mesura y tranquilidad la cosa fue calmando. Nuestros amigos intrigados preguntaron ¿Quién es ese hombre tan listo que parece que habla como un obispo«. A lo que se le respondió: Estuvo en el seminario y quería ser de Dios un siervo obrero, pero cambió la vocación por una chica que el padre tenía pajeros. Tío listo le respondió el amigo.
Nuestros buenos amigos siguieron de la fiesta disfrutando y preguntaron a uno que de pesca hablaba. Ustedes aquí en Guatiza, tienen buena mar, así que algún que otro pescado cogerán y si es mucho, imagino que como nosotros en Tías con sal lo salarán. Algo se coge les respondió. Mire y ¿cuál es el pescado que más se coge por este lugar?. Cabosos, le responde el pescador, Cabosos es lo más que cogemos aquí. Y cuando cogemos muchos los hacemos jareas…pero en vez de ponerle sal como ustedes en Tías le echamos tierra de la Vega y así no se ponen manías.
Nuestro amigo que sigue mosqueado le dice al otro «Que te digo que se están colando». «Puede ser» les responde el otro.
En esto aparece una señora con una bandeja de postres en donde habían higos picones que por cierto estaban pelaos, y duraznos y rosquetes bien dorados. Nuestros visitantes al ver aquellos frutos, al dueño le preguntaron. ¡Hermosos duraznos tienen por aquí y qué le echan para que no críen bichos «. Y el dueño les responde «porque nosotros los regamos con meaos de gato. «Puede ser» dice el otro».
Nuestros buenos amigos ya con par de vinos encimas y con la gena llena, es decir con la mosca detrás de la oreja, decidieron responderles con la misma moneda. Uno de ellos se levanta y pidiendo disculpas se fue a hacer sus pequeñas necesidades. Al volver llega sonriente y dirigiéndose a todos les dice:
«Disculpen caballeros, se nos hace tarde y la guagua tenemos que coger, ha sido un día entretenido y se lo tenemos que agradecer, pero antes de partir lo que más nos ha gustado se los debo decir. He estado viendo los corrales y también sus animales y he observado que los cuidan con mucho cariño y esmero…sobre todo los corrales de los carneros«.
Todos los invitados permanecieron en silencio, hasta que se levanta uno al que le decían mañanita y dice:
Oiga buen amigo, por educación debe usted ser atendido y como ha preguntado va ser respondido. Ve usted de estiércol y basura aquél monturro…es lo que le echamos nosotros de comer al burro, y ve usted aquel corral elegante y tan fino…está lleno de mierda…porque es donde mejor vive el cochino.
Y este cuento está acabado, uno de Tías y otro de Tinajo que como bien dice el refrán fueron a por lana y salieron trasquilados.
Notas:
(1). Es un hecho verídico, y la «chocha» era un especie de pala mecánica ingeniada por Juan Núñez, hecha con motores y ruedas recicladas.
(2). El «bocanegra» y el «chato de morales» fueron dos camiones históricos en el pueblo de Guatiza