Castillo de Guanapay o de Santa Bárbara

Fuente: El Batallón de Lanzarote. Historial y precedentes

Por Manuel Clar Fernándezcastillo-1

A principios del siglo XVI, don Sancho de Herrera, señor de Lanzarote, mandó construir una torre, de planta rectangular, en la cima de la montaña de Guanapay, que era un antiguo volcán situado a un cuarto de legua de distancia de Teguise, capital de la isla.

Esta torre constituía una excelente atalaya para la observación de la isla y su costa, a la vez que servía como refugio para algunas pocas personas y prisión19.

El ataque pirático francés que sufrió la isla en 1551, a cargo de «El Clérigo» y «Cachidiablo», puso en evidencia la poca utilidad de esta torre como reducto defensivo, por lo que don Agustín de Herrera y Rojas, señor de Lanzarote, mandó construir sobre esta torre y contorno un castillo o fortaleza capaz de ofrecer refugio a los más destacados moradores de la isla y constituir un punto fuerte de resistencia para defender la villa capital ante posibles ataques enemigos. Con este propósito se iniciaron las obras construyéndose en torno a la torre una muralla de mampostería, de forma romboidal, en cuyo interior se abría un patio. Adosados a la muralla se construyeron habitáculos y sobre ellos un corredor donde se emplazaba la artillería. Las obras finalizaron en 1576, pues en dicho año don Agustín de Herrera y Rojas hizo mayorazgo de su patrimonio a favor de su hija doña Constanza de Herrera, figurando entre los bienes que vinculó «el castillo y casa-fuerte de Guanapay, nuevo y viejo, con 20 piezas de artillería, de ellas 12 de hierro y 8 de bronce» 20.

Tras el cruento ataque que sufrió Lanzarote por la invasión del pirata Dogalí «El Turquillo» castillo-2(1571), la Real Audiencia de Canarias envió al capitán don Gaspar de Salcedo para inspeccionar las defensas de la isla. En su informe este capitán propuso construir dos cúbelos, en los ángulos noroeste y sudoeste, a fin de ampliar y mejorar el perímetro defensivo del castillo. El proyecto fue prontamente aprobado por el rey, ejecutándose las obras con celeridad, tanto es así que cinco años después este castillo era una de las mejores fortalezas del archipiélago, contando con 20 piezas de artillería21.

En el informe realizado por el ingeniero Leonardo Torriani tras su visita a la isla (probablemente entre 1587-88), propuso, entre otras mejoras, rodear el castillo con un foso y abrir en los cúbelos varias troneras cuadradas con objeto de poder mejor batir por el fuego los accesos al castillo. Nada de lo propuesto se llevó a cabo 22.

En el inventario de bienes que dejó el marqués de Lanzarote al morir, en 1598, figuraban: «Las fortalezas de Guanapay y del puerto principal, con 12 piezas de artillería: 8 de bronce y 4 de hierro colado, con sus utensilios«.23

Tras el ataque que sufrió la ciudad de Las Palmas, en 1599, por el pirata holandés Van der Does, la marquesa viuda de Lanzarote enajenó al cabildo de Gran Canaria parte de la artillería de Guanapay, entre la que figuraba un célebre cañón llamado «El Barraco«24.

A mediados del siglo XVII las dos fortalezas existentes en la isla (Guanapay y puerto) se hallaban arruinadas y maltrechas25 .

En 1771 visitaba este castillo el ingeniero don José Ruiz Cermeño. Esta es la descripción que hizo de la fortaleza: «Encierra en sí una atalaya que registra el mar. Su figura es irregular se compone de dos baluartes y dos torreones. Tiene en el plano inferior habitaciones para la tropa y un almacén para la pólvora, todo de bóveda, y asimismo un puente levadizo. En el superior sobresale en medio de la explanada un cuarto que sirve de sala de armas, cubierto con azotea que recoge las aguas para una cisterna de bastante capacidad que existe bajo dicho cuarto». En cuanto a la artillería, el castillo contaba con 5 cañones de bronce y 2 de hierro 26.

Tras la última incursión pirática en la isla, acontecida en 1762, y el progreso de la artillería, los castillos como fortalezas perdieron su protagonismo de antaño hasta el punto de ser declarados militarmente inútiles, entrando en un constante proceso de abandono y deterioro. No obstante, el castillo de Santa Bárbara encontró utilidad como palomar militar y eventual prisión.

En 1913 este castillo fue cedido al Ayuntamiento de Teguise, continuando en un lamentable estado de abandono.

Por Decreto de 22 de abril de 1949 todos los castillos quedaban protegidos por el Estado. En 1961, gracias a la intervención de la Asociación Española de Amigos de los Castillos, se llevaron a cabo en el de Santa Bárbara diversos trabajos para su adecentamiento y reconstrucción.

En 1976 este castillo, que era Patrimonio del Estado, fue enajenado al Ayuntamiento de Teguise27 quedando condicionada la transacción a su posterior destino para fines de utilidad pública. La corporación municipal acordó emprender obras de restauración, a través de la Dirección General de Bellas Artes, siéndole confiada la dirección de los trabajos a un arquitecto medievalista. El resultado no pudo ser más nefasto ya que fueron suprimidas las bóvedas que configuraban la planta alta, se destruyó la santabárbara28 y otros desaciertos, concluyendo las obras en 1981.

Según la Disposición Adicional Segunda de la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español, este castillo pasó a considerarse como Bien de Interés Cultural (B.I.C.), con la categoría de Monumento, gozando de la medidas proteccionistas previstas en la actual legislación.

La corporación municipal de Teguise acordó destinar el castillo para albergar el «Museo del Emigrante». A tal fin se llevaron a cabo diversos trabajos de remodelación corrigiéndose los desmanes cometidos en la última restauración. Desde 1991 la vieja fortaleza, ya remozada, quedaba convertida en museo dedicado a la emigración canaria a América, exhibiendo en sus siete salas diversos objetos, documentos, fotografías, enseres, etc. utilizados por los emigrantes lanzaroteños.

 20.- Rumeu de Armas, A., ob. cit.  pág. 251, tomo 2.
21.-         Ibídem, pág. 255, tomo 2.
22         Ibídem, pág. 251, tomo 2.
23         Ibídem, pág. 255, tomo 2.
24.- Mem. del Est. de Lanz., núm. 1510. El Padre Sosa, en su «Topografía de Gran Canaria», página 13, confirma tal aserto al describir el Castillo de La Luz, diciendo: «Está entre la artillería con que se defiende un cuarto de cañón de bronce encampanado, que llaman «El Barraco», cosa monstruosa. En disparándole se oye en toda la isla. Sirve para las lanchas del enemigo si saltare en tierra, porque destroza mucho echándole taleguillas de balas y otras cosas». Rumeu de Armas, A., ob. cit. pág. 255, tomo 2.
25.-         Ibídem, pág. 297, tomo 3.
26.- Rumeu de Armas, A. ob. cit. pág. 597, tomo 3.
27 Fue vendido por 889.000 pesetas (5.343 euros).
28.- Recinto del castillo donde se guardaba la pólvora y municiones

 

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