Los Valles (I)

En el siglo XVIII la isla de Lanzarote se vio afectada por fuertes erupciones volcánicas. Estas erupciones se produjeron en los años 30-36. El 1 de Septiembre de 1730 se elevó una montaña en llamas cerca de Timanfaya, a dos leguas de Yaiza. En los días sucesivos, emergieron nuevos abismos con torrentes de lava fluida al principio y más densa después, que fueron asolando los terrenos circundantes.

El 7 de Septiembre se levantó una gran roca y corrió gran abundancia de lava arrasando las zonas comprendidas desde el N al WNW: Manta y Santa Catalina. Cuatro días más tarde las erupciones fueron más intensas, con una emisión lávica que duró seis días seguidos y se extendió desde Santa Catalina a Mazo, y de aquí hasta el mar.
Los habitantes de la aldea de Santa Catalina huyeron hacia el in¬terior de la isla en busca de refugio, o emigraron a Fuerteventura en pequeños barcos desde Playa Blanca. 42 de éstos, fugitivos forzados, se asentaron entre los altos de Las Nieves, Montaña Temeja, y los Valichuelos, en una cañada, por el fondo de la cual surca un barranco que baja del monte denominado la «Montaña». A este nuevo poblado lo bautizaron con el nombre de «Los Valles de Santa Catalina», en recuerdo de su aldea recién sepultada.
Este caserío creció alrededor de la CASA HERRERA, residencia veraniega de los señores de Lanzarote, los Herrera-Peraza, desde inicios del siglo XVI, que fue heredada en 1710 por el reconocido Coronel de las Milicias, don Rodrigo Peraza.
Según las estadísticas de la épo¬ca, en 1845 contaba con 100 casas habitadas, y ya estaba dividido, popularmente, en dos barrios: «Valle de Arriba», que sube hacia la ladera de Tenguime, bordeando la carretera del Norte, y en «Valle de Abajo», que es donde se asienta el núcleo más importante de la población.