Ruta Histórica de Teguise

Fuente: Lancelot especial 1990hospital-1

La señorial villa de Teguise constituye el pulmón histórico de la Isla. Entre sus calles adoquinadas, a la sombra de sus vetustas canasonas, de sus recogidos palacios y de sus íntimos conventos e iglesias, el silencio teje, en mansedumbre, memoria de Morato Arráez y otras rapiñas, de ilustres familias, de fuegos que arrasaron, de ranchos de ánimas y de destinos y confabulaciones insulares.

Fundada a principios del siglo XV, debe su nombre, según la tradición, a la hija del rey aborigen Guadarfía, María de Teguise, que casó con el conquistador Maciot de Bethencourt, con quien moró en la Villa. Y es también tradición que está asentada en el territorio de la prehistórica aldea de Acatife, o Gran Aldea, según señala Agustín de la Hoz.

Capital histórica de la Isla hasta la segunda mitad del siglo XIX, en que hubo de ceder el privilegio en beneficio del Puerto de Arrecife, la muy noble Villa de Teguise, constituida en centro político y religioso, regió durante siglos buena parte de los desti-nos de Lanzarote. Por ello, se convirtió en objetivo principal de las piraterías que asolaron estas tierras y que sobre las piedras y gentes de la Villa dejaron las huellas del escarnio.
Huellas que la memoria popular conserva en el nombre de una de sus calles, el «Callejón de la Sangre», cuyo nombre hace referencia a la sangre que por ella corrió en 1586 como consecuencia de la invasión de Morato Arráez y el consiguiente sacrificio de cristianos.

Mucho es, todavía, sin embargo, el esplendor de Teguise, de sus construcciones y lugares, que tanto deben a la familia de los Herrera. Así, el Convento de San Francisco, manda do construir en su testamento por don Sancho Herrera y de Castilla, el Viejo, y satisfecha su voluntad, por el militar don Gonzalo Argote de Molina, quien ordenó y siguió la marcha de las obras, finalizadas en 1590. El hoy conservado Palacio del Marqués, o Casa de los Herrera, uno de los edificios más antiguos del Archipiélago, fue residencia de don Agustín de Herrera y Rojas, primer marqués de Lanzarote. Esta histórica vivienda sufrió la cólera de Morato Arráez y sus huestes, siendo mucha la cantidad de documentos históricos que albergaba y en las razzias desaparecieron. Se conserva hoy dispuesto a la contemplación del visitante el Castillo de Guanapay, levantado por Torriani a finales del siglo XVI, sobre una pequeña fortaleza situada en la cima el volcán de su mismo nombre, construido con el propósito de proporcionar refugio a los habitantes de la Villa, durante los asaltos de la piratería. E. Convento de Santo Domingo, fundado en 1726, por disposición del capitán Gaspar Rodríguez Carrasca constituye también una excelente muestra de arquitectura religiosa.

De entre las iglesias, son de digna mención la de Nuestra Señora de Guadalupe (1428), una de las más an¬tiguas de Canarias, muy castigada por los invasores -la imagen de la virgen muestra en su rostro un tajo de hacha y saqueada en numerosas ocasiones, y la Iglesia de la Vera Cruz, del siglo XVIII, con un Cristo del XVI.

La arquitectura civil conserva obras de gran belleza, muestra del esplendor histórico de la Villa. En este sentido puede visitarse el espléndido Palacio de los Spínola (siglo XVIII), la Casa Spínola, una de las más antiguas de Teguise, o la Casa Torres, de la época de la Ilustración, que fue pro¬piedad del sacerdote Bartolomé Torres.

Teguise, en fin, constituye un ex¬celente conjunto histórico-artístico, que atesora en sus iedras la memoria del pasado histórico.

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