Navidad en Teguise (II)

Fuente: Lancelot Nº 239 – 26.12.87

Francisco Hernández Delgadomusical-navidad

Fueron los cristianos del cuarto siglo quienes fijaron el recuerdo del nacimiento de Cristo, fecha del MISTERIO, el 25 de diciembre, día del solsticio de invierno, cuando el sol llegando al punto más bajo del horizonte, se decía, que comenzaba de nuevo a ascender, venciendo a las tinieblas; los cristianos no tuvieron escrúpulos algunos para fijar en aquel día que lo era de una fiesta pagana, el recuerdo del nacimiento de Jesús.


En la larga historia de Teguise, brillaba con luz propia la Navidad como una de sus mejores páginas.

En la voz de los ancianos, esa rica tradición , que les fue contada por sus antepasados brota de sus labios, con la mirada perdida, lejos del ambiente actual, la película del recuerdo, Pastores de Taiga, Genia, Tamia, Santa Catalina, Teseguite, Soo y de todos los pueblos, bailando a luz de grandes hogueras, rodeados del espeso humo que desprendía la madera, los excrementos y la sal de los muñecos, creando una bella estampa, con el resplandor sobre los viejos edificios de las plazas de San Miguel, Santo Domingo y San Francisco y sobre la Nochebuena de Teguise el ruido de panderos, triángulos y espadas y las pisadas fuertes con el zahón dando calor al pie en un baile, origen del BAILE DEL SALTO del rancho de Pascua de Teguise.

Eran las misas de luz la antesala de la gran fiesta del pueblo y en la misa del gallo donde el Rancho de Navidad, con su rica y especial tonada, hacía temblar de emoción a cuantos lanzaroteños acudían a la Vieja Villa la noche de Navidad. El juego de sus voces va desde la alegría a la seriedad, sin inmutarse lo más mínimo, plasmando el vivo re- trato de aquellos pastores del Rubicón, mudos y temerosos, pero alegres de ser únicos y primeros que bailaban al Niño Dios.

Nuestro Rancho de Pascuas es la reliquia más importante de las tradiciones de Teguise, ellos representan el espíritu vivo de los hombres de Teguise, esos que se resisten a morir despojados de su historia, ese salto firme y seguro sin dar la espalda es la mejor garantía de que todavía hay guerreros que luchan contra la desidia y el abandono de muchos y que son los representantes de esos pastores de ese hombre de la calle del siglo XX, de esos hombres y mujeres de Teguise que luchan contra las alimañas del tiempo y no se resisten a quedarse huérfanos de su pasado, quizás por ello y para mitigar sus nostalgias, coman hoy turrón del lobo y de la viuda.

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