Fuente: LA VOZ DE LANZAROTE
Por Francisco Hernández Delgado
Unos cuatrocientos años después que San Francisco de Asís evocara en Greccio la escena del Nacimiento por primera vez en el mundo cristiano, con pesebre, mula y buey, Teguise iniciaba esta bella tradición en el convento de Santa María de Miraflores (hoy convento de San Francisco).
La peculiar forma de ser de los habitantes de Teguise, al igual que en los pueblos de Femés y Tinajo, reforzadas por el espíritu litúrgico de la Iglesia católica, dieron origen a bellas tradiciones y costumbres como la Navidad de Teguise y en especial sus Ranchos de Pascuas o Ranchos de Navidad.
Ellos son la tradición más viva y fiel del pueblo de Teguise. Uno de los más conocidos mecenas del Rancho fue don Juan Crisóstomo García, que estuvo al frente del mismo durante muchos años. Es importante destacar como una tradición cuya expresión se limita a una sola fecha se haya mantenido con tanta pureza y esplendor. Los que hemos tenido el honor nacido en Teguise y ver desde nuestros primeros años de infancia esta manifestación cultural comprendemos la emoción que se siente al escuchar por Navidad esta música. El bello baile del salto que interpreta el Rancho es una original danza que hay que relacionarla con la peculiar Danza de los Pastores, que con sus pieles de cabrito cubriendo sus piernas para so• portar el frío de la noche de Navidad, bailaban con cantos y silbidos al niño Dios. Con anterioridad estos pastores participaban en las misas de luz y en especial en la misa del Gallo cuyo acto más representativo de esa noche era la gran hoguera a la que cada pastor arrojaba un muñeco vestido de negro y relleno de excrementos de camellos y burros, con cuernos de macho cabrío. Este muñeco era representativo del Mal, que los pastores quemaban para que el Mal quedara reducido a cenizas para que el campo y los animales germinaran libres de todo mal.
La Navidad representaba para Teguise la más grande fiesta en la que participaban todos los habitantes de la Isla. Prueba de ello es la crónica que en el periódico El Defensor de Cananas de fecha 31 de diciembre de 1934 que en primera página y con grandes titulares decía «La Noche Buena en Teguise» y a dos columnas explicaba lo que significaba para Teguise la Navidad y el ambiente que se vivía esa noche del 24 de diciembre de 1933: «Describir el entusiasmo de la muchedumbre congregada a millares en esa noche en el remozado templo es punto menos que imposible. Jamás hablamos contemplado semejante espectáculo. No podíamos creer que se realizasen los propósitos de toda esa multitud que a ple y en autos y caminos verificaron el viaje Para hacer acto de presencia en la conmemoración del Nacimiento. ¿Cuál era el número de los concurrentes? Según cálculos que no consideramos exagerados superaba a los seis mil. El templo, las calles y plazas, todos los establecimientos públicos rebosaban del público que se congregó en nuestra histórica y señorial Villa en esa venturosa noche del 24 de diciembre último. Desde el más pequeño y humilde zagal a la más alta autoridad estaban allí reunidos en armoniosa camaradería, como obedeciendo a la invocación dulce y suave del Arcángel».
Así terminaba el valioso documento que hoy, más de ochenta años del mismo, casi sigue teniendo el mismo valor de actualidad.
Y ello ha sido posible porque un grupo de personas a veces en el anonimato trabajaron y siguen trabajando para que Teguise mantenga sus más vivas tradiciones. Aún admitiendo el riesgo de olvidar a muchos, quisiéramos recordar a las hermanas Manuela y Esperanza Spínola, a don Juan Crisóstomo García, a las hermanas Manuela y Catalina Castillo, a don José Fajardo Morales, Rafael Cabrera, las hermanas Bonilla y otras muchas, a todos, a los que ya han dejado este mundo y a los que todavía se encuentran entre nosotros que Dios les dé larga vida y que estén completamente seguros que los habitantes de Teguise les estarán siempre agradecidos.