Del Convento franciscano conocido por el nombre de «La Madre de Dios de Miraflores» sólo nos queda su Iglesia. Fue el noveno Convento de esta orden en Canarias y 
convirtió en lugar de descanso de los restos de los más ilustres personajes de Lanzarote.
D. Agustín de Herrera y Rojas, Marqués de la isla quiso edificar este Convento y delegó su realización en su yerno D. Gonzalo Argote de Molina.
En 1588 se iniciaron las obras de construcción del nuevo monasterio en el valle de Miraflores, a unos 50 metros de la parroquia de Teguise.
Del fructífero siglo XVIII se conservan varios documentos que hacen referencia a nuevas fábricas, compras y novedades sobre los franciscanos de Teguise.
Hasta Marzo de 1973, el Convento pervive sin cambios notorios en sus estructuras básicas. En estas fechas el Ministerio de la Vivienda, a través de la Sección de Restauración, redactó un proyecto de restauración que motivó la desaparición de los tres altares de madera de la nave central y uno de la lateral. La lápida de la tumba del Marqués fue arrancada y arrojada a los escombros.
El Ayuntamiento de Teguise, dentro de su Plan de Restauración de 1975 comenzó las obras, finalizándolas en 1977. El convento en la actualidad cuenta con dos naves, una mayor y otra más pequeña con una serie de arcos torales. Los techos son de madera cubierta por tejas. Las decoraciones interiores son de tipo Mudéjar. La nave principal posee en su cabecera un gran retablo barroco de tres cuerpos y en la nave derecha uno más pequeño, de estilo barroco indianizante. Destaca la talla del pulpito de madera y la pila sagrada hecha con una sola pieza de piedra volcánica.
En la actualidad este convento franciscano se utiliza para la celebración de actividades culturales.
Historia de Teguise 