Fuente: Patrimonio histórico de Canarias: Lanzarote, Fuerteventura.
Por Edilia Rosa Pérez Peñate
A instancias de las Reales Órdenes emitidas para la construcción de Cementerios públicos en España, la fábrica de la necrópolis de Teguise se inició en 1814, en un terreno pedregoso fuera del núcleo de población.
Hasta que fue posible su uso continuó, sin embargo, la perniciosa costumbre de los enterramientos en los templos.
El recinto constituido al efecto presenta un perímetro cuadrangular, realizado con materiales modestos como la piedra y el barro, en el que la impronta y la sensibilidad del alarife se manifiestan en la mayor prestancia artística de la puerta y en el albeado del conjunto, en clara sintonía con la arquitectura popular lanzaroteña. La fachada se remara con un frontón curvo que acoge una cruz griega encerrada en un círculo, así como el lema Cementerio Católico Templo de la Verdad. Su superficie se estructura en dos niveles o patios, fruto de la ampliación del camposanto llevada a cabo en los años del Mando Económico, como recuerda una lápida que hay en el frontis . El primero, a la entrada, es el más antiguo, y en él se verifican las sepulturas, tanto en tierra como en criptas o en capillas funerarias ; en un nivel más alto se destina un solar para los fallecidos fuera de la comunión católica.
El monumento funerario está presente como señal conmemorativa del finado, como expresión a perpetuidad de un status, y de un a necesidad de trascendencia en la memoria colectiva. El conjunto de capillas adosadas a las tapias que se extiende a izquierda y derecha constituye todo un repertorio de eclecticismo de estilos arquitectónicos. Columnas, pilastras, frontones clásicos, arcos de raigambre gótica, motivos de inspiración floral, pináculos, lóbulos … pequeñas arquitecturas unificadas con la impronta local del albeado y la proximidad a la arquitectura religiosa, con las cubiertas de doble vertiente y pequeñas ventanas laterales. La similitud entre algunas capillas, semejantes a otras en el cementerio de Haría, todas levantadas en las primeras décadas de esta centuria, parece obedecer al seguimiento de un modelo o a la dirección de un mismo artífice. No existen monumentos figurativos; sin embargo se ha empleado la pirámide en una tumba próxima a la entrada. Este símbolo egipcio asociado a la muerte, recuperado en el siglo XIX, junto a los obeliscos, fue elemento predilecto del eclecticismo europeo en la construcción de cementerios.
Teguise fue siempre una población aventajada en materia de ornato público y ya en el año 1814 contaba con un cementerio en las afueras de la población.
El cementerio común
A comienzos del siglo XIX se empieza a ejecutar una normativa sanitaria por la cual quedaba prohibido el enterramiento dentro de las iglesias. Hasta ese momento todo cristiano tenía derecho a ser inhumado bajo el pavimento de los lugares de culto, pero la manifiesta insalubridad de esta práctica obligó a Carlos III en 1787 a firmar una ley que daba origen a la creación del cementerio común.