Antonio Lemes Hernández -Lolo- (Artesano del timple)

Fuente: Rostros de un paisaje (Miguel Hernández)

Por María José Tabar
PeriodistaAntonio  Lemes  Hernández

Supone que lo apodaron Lolo, por el nombre de su padre, Manuel, pero no pondría ni media uña en el fuego habida cuenta de que nació en 1943, una época en la que uno no sabía cómo se llamaba hasta que los demás lo decidían. Empezó a trabajar en una carpintería por pura afición y con l0 años ya era un aprendiz que hacía bien el piquillo canario. Cuando se aburrió de tallar cajitas para zarcillos, se dedico a construir timples. Los crea pero no los toca. Sólo los pellizca para afinarlos. Construyó los primeros con chapa de madera; era un material rancio que cepillaba hasta que lograba un mal ensayo del instrumento.

El resultado se parecía más a una pata de jamón que a un aparejo musical. Conforme los hacía, los rompía. Aprendió sólo, sin maestro que lo condujera. Con 16 años empezó a ganarse la vida con la ebanistería, y vendía timples a 150 pesetas …
«¡Cambaos y todo los compraba algún turista!» Hoy cuestan entre 90 y 300 euros. Y el palo de santo escasea tanto como la caoba. Pero Lolo ya no tiene prisa; sólo acepta encargos por deleite. Así puede levantarse temprano y estrenar el adoquinado de la Villa, que a esas horas todavía sigue sudado por la tarosada de la noche. Camina a buen paso, abre el portón y enchufa la radio. De ahí, al cielo.

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s