BOLETÍN CULTURAL Nº 14 – AÑO 2001
Por Francisco Hernández Delgado
La producción alfarera del mundo aborigen lanzaroteño, sufrió su mayor mutilación, con la conquista de las islas en el siglo XV.
Se había perdido la tipología propia, conservando únicamente las técnicas de trabajo en la confección de la cerámica, para el uso propio, como asaderas, sahumerios, tojios, amasaderas, escurridores, platos etc. etc.
De esta cerámica, la más conocida que ha llegado hasta nosotros es la que se realizaba en la aldea del Mojón, conocido como el mayor centro alfarero de la Isla.
En las Sinodales de Cámara y Murga de 1629, no aparece registrada la ermita del Mojón, nosotros hemos localizado una cita en el archivo de Teguise de 1679, aunque la mayoría de las referencias a esta ermita citan a Núñez de la Peña que la recoge en 1689.
La ermita está bajo la advocación de San Sebastián, santo que nació en la Narbona francesa, fue atado a un árbol y asaeteado por arqueros no falleciendo con este suplicio, sino un tiempo después en que fue flagelado en compañía del sacerdote Policarpo, falleciendo a causa del apeamiento con unos gigantescos bastones. En algunas épocas se convirtió en el patrón de los apestados, debido a que las flechas simbolizaban la peste, por ese motivo se le representa atado a un árbol, como lo más parecido a una cruz, para simbolizar que redime a los atacados por la muerte negra.
En los libros cartilla del Convento de San Francisco, figuran las tierras del Cortijo del Mojón en el siglo XVII, que por imposición de sus antiguos dueños, pagaban una cantidad de tributos a los monjes franciscanos.
En 1720 el pueblo del Mojón contaba con unos 130 habitantes. Sus vecinos viven especialmente de la agricultura, la cerámica, la ganadería y de los trabajos realizados en la entonces Capital de la Isla, la Villa de Teguise.
El Obispo Dávila y Cárdenas escribía en 1735, que el número de vecinos d la aldea del Mojón era de unos 40, lo que supone u nos 120 habitantes.
La Junta de sanidad ordenaba a los milita res establecidos en los pagos, el cumplimiento de formar cuadrillas para vigilar la parte de costa que le correspondía. Domingo Parrilla se queja ba en 1811, que al ser únicamente cinco los milita res que vivían en el Mojón, éstos tenían que hacer vigilancia continua, por ejemplo habían estado en la llamada Costa del Mojón desde el veintidós al veintiocho de junio, por lo que pedía, refuerzos de otros pueblos para que pudieran descansar el grupo del Mojón.
En 1818, emigra al Uruguay, el vecino del Mojón Ildefonso León Ferrera, hijo de Nicolás León Martín y Josefa Ferrera Espino, fundador del pueblo de Tala, en la región de Canelones.
A principios del siglo XIX, destacan varios hacendados de la zona del Mojón, como Marcial Noria y Pedro Cabrera, aunque la mayor parte de los terrenos pertenecían a propietarios que vivían fueran del lugar, como:
• Domingo Viera, que figuraba con una Capellanía (El apellido Viera vuelve a figurar junto con el de León Bethencourt como propietarios del llamado Cortijo del Mojón como veremos más adelante)
• Gerardo Morales.
• Francisco Cabrera Ayala.
• Gregorio Fierro (sus propiedades en el Mojón, pasaron luego a la Capellanía de la ermita del Espíritu Santo de Teguise).
La mayoría de los terrenos estaban destinados al cultivo de la barrilla. En 1823 pequeñas y grandes propiedades eran aprovechadas para plantar esta preciada hierba que tanto significó en el auge económico de la isla. Agustín Rodríguez, destinaba dos almudes a su cultivo, Carlos Martín un almud, Blas Luis un cuartillo, Marcial Berriel un almud, Juan Antonio de León una fanega, Juan Bonilla tres almudes. También se destinaba algún terreno para papas y cebada en los años de lluvia.
Las escrituras de propiedades de los vecinos del Mojón aportan gran cantidad de nombres , que existían en la toponimia de la zona y pueblos cercanos como, La Montaña, La Caldera, Las Ma retas de las Mares, La Costa, Vega de Manguia, Lomito Blanco, Valle de Juana Gutiérrez, Guanteden, Lomo de los Cardos, La Triguera, Las Veguetas, La Jumosa, Rincón del Valichuelo, Rosas de Pretolina, Rincón del Valle, La Mareta del Verde, Corralito de Perdomo, Rostros de la Pila, Lomo Blanco, Vegas Viejas, Corral Blanco, Mojón Colorado, Corral Blanco, Las Mesetas, Cortijo de Santa Margarita, Caldera de Guenia, Mareta Encantada, Valle de Juana Gutiérrez, Los Goires, Las Majaditas de La Cruz, Las Raíces, Tierras Nuevas, Cosina, Tomas Merino, Mareta del lino, Cercadito de los Tableros, Piedras Blancas, Llano del Chaco, Cueva Blanca, Mesetas de Teguereste, Costa de Teguereste, El Calvario, Peña del Manco, Corralito de Perdomo, Las Tabaivitas, Peñita de mujeres y varios más que harían interminable esta descripción, pero hemos querido citarlos porque independientemente de que gramaticalmente sea así su escritura, lo que si es real es que de esa forma aparecen en las escrituras consultadas y que corresponden al periodo de 1823 a 1833.
En 1835 el alcalde pedáneo de este pueblo, ante un requerimiento para que informara sobre la industria textil de la zona, manifiesta que en el Mojón existía 13 telares, pero que no se trabaja en los mismos porque son pobres. También hace referencia a que la ermita no tiene terrenos propios, sino que es mantenida con limosnas de los vecinos.
Casi todas las viviendas contaban con dos o más cabezas de ganado entre las que destacaban, las cabras, camellos, ovejas, vacas, burros y gallinas.
Los camellos eran utilizados no sólo en las labores del campo, que se alquilaban para el transporte de mercancías desde Arrecife a Teguise y también fue utilizado para el traslado de los fallecidos desde los pueblos cercanos al cementerio de Teguise.
En 1839 se contabilizaban 46 camellos en el pueblo, destacando entre los propietarios por el número de ellos que poseían, Domingo Parrilla, Blas León , María Betancort, Antonio Linares, Francisco Cabrera Noria, Marcial Pérez y Domingo Noria.
Madoz nos señala en 1845 que…» Las mujeres de esta aldea fabrican loza de barro igual a la que usaban los aborígenes «. Contaba entonces el pueblo con 47 viviendas.
Las tierras del Mojón se confundían con la de Taiga, así en las escrituras de propiedades de sus vecinos, muchos de sus terrenos indicaba n que se encontraban entre el Mojón y Taiga.
La instrucción primaria en el Mojón estaba a cargo de un maestro y una maestra, que eran pagados con granos, por los padres de los niños que acudían a la escuela y que pertenecían a los pueblos de Guatiza, Teseguite, Los Valles y los del Mojón que era donde se encontraba los locales de las escuelas.
El hecho de crear la escuela para los niños de la zona en el Mojón, lo motivaba en parte, el que desde hacía muchos años residía en este pueblo el maestro Diego Linares, que en una declaración realizada en 1841 decía que acudían a su escuela unos veinte niños del Mojón a los que les cobraba en total unos 250 reales vellón anuales.
En 1849 el delegado del Gobierno de la provincia en sesión de marzo, fijó los sueldos de los maestros así como el alquiler y vivienda de los mismos, por cuenta de los vecinos de los cuatro pueblos.
La cantidad a pagar se calculaba por el padrón de riqueza del año anterior.
En 1852, los maestros del Mojón se quejan de que el de pago de cereales no estaba controlado, por lo que debía de ser el propio Ayuntamiento de Teguise, quién fijara una contribución vecinal, para establecer qué cantidad debía paga r cada padre.
En 1853 se formó una comisión de peritos de los cuatros pueblos y redacta ron la lista de repartimiento, con la cantidad que debían abona r, bien en efectivo o aportando una cantidad de cereales.
El presupuesto calculado para el gasto anual de los maestros se fijó en unas cien fanegas de cebada.
La fiesta de San Sebastián era prepa rada por los vecinos que nombraban una comisión para tal fin, así hemos localizado una nota sobre la fiesta celebrada en 1855 y cuyos encargados fueron Anselmo de león y Fermín mena, que cuentan que el gasto de la misma fue de diez pesos y cuatro pesetas, que se pagaron al beneficiado por la función y sermón y los dos pesos de plata y siete cuartos para el gasto de la comida del propio beneficiado, cera, incienso, aceite, tachas y el trabajo del personal que adornó la ermita.
El agua, el eterno problema de los habitantes de Lanzarote, también afectó a los vecinos de este pueblo. En los años de sequía, las mujeres y niños acudían a la Gran Mareta de Teguise a retirar la parte que les correspondía para beber.
También se preocupan los vecinos de la limpieza de los barrancos de la zona, así en 1859, un grupo de vecinos redactan el presente escrito:
Que en el Mojón hay una barranco y en el fondo del mismo, un manantial, que se llama Chupadero, tan considerable que en tiempo que en el tiempo de necesidad de agua, acuden a él, los vecinos del Mojón como los de Teseguite y aún los de Guatiza, especialmente los pobres, que son los que más carecen de aguadas. Cerca de aquel manantial han formado una pared y plantado árboles, apropiándose un terreno que no les pertenece, con el peligro que al crecer los árboles irán creciendo también sus raíces sobre la fuente, abriendo la tierra y el agua tomará otra dirección, resultando esto un peligro muy trascendente, porque con el tiempo tal vez no muy tarde se perderá el manantial, por lo que piden que se derribe la pared y se arranquen los árboles.
Algunos vecinos aprovechaban hasta la última gota que les quedaba en los numerosos aljibes que habían construido en la zona.
Los labradores del Mojón, denunciaban de una forma continuada los abusos que cometía el ganado suelto en sus tierras.
Los vecinos cansados por esta actitud de los ganaderos, forman una comisión que preside Marcial Cabrera, al que acompañan Tomas y Anselmo de León, Domingo Parrilla, José cabrera, José María Pérez y Antonio de león y obligan al Ayuntamiento a redactar un bando donde se bacía consta r que todo animal suelto o con amo, que se encuentre dentro de las tierras de los vecinos del Mojón, serán conducidos al Corral Concejil. Dicho bando fue repartido por todos los pueblos el 30 de julio de 1859.
También sería en 1859, el Venerable Beneficiado Rector de la parroquia de Guadalupe, haciéndose eco de los vecinos de Guenia, pide que el Ayuntamiento se pronuncie si éstos deben estar sujetos a Guatiza o al Mojón dictándose la siguiente resolución sobre el tema:
Los vecinos de Guenia quedan sujetos a la autoridad local del Alcalde pedáneo del Mojón en consideración a la mayor aproximación y accesibilidad que median entre aquel y éste, y a que por la misma razón es más imposible o dificultosa la administración de justicia y municipal, respecto de Guatiza, a los que se agrega, que si bien los vecinos de Guenia acostumbran concurrir con más frecuencia a la misa que se celebra en la ermita de santa Margarita, dicha ermita no pertenece al pago de Guatiza, sino que además de hallarse casi a igual distancia de la del Mojón, es de fundación particular y por consiguiente, esta circunstancia que ningún derecho da a los de Guatiza, no debe ser motivo para una determinación, que produzca efectos continuos y permanentes; lo que se comunica al Alcalde pedáneo del Mojón, para que lo ponga en conocimiento de los de Guenia y Guatiza, para su gobierno.
En 1863 figuraba como titular del llamado Cortijo del Mojón Tomás de León Bethencourt en unión de su mujer Manuela de León Viera.
En el Juzgado de Primera Instrucción de Arrecife se localizaba el legajo, que bajo el título de «Inventa rio número 28» recogía las escrituras públicas y antecedentes del CORTIJO DEL MOJÓN.
Sus Terrenos comprendía la Mareta de Las Mares y varios terrenos más. Ocupando únicamente la casa y la finca donde se encontraba, unas dos fanegas y seis celemines.
El Gobierno de la Provincia de Canarias, nombra para el bienio 1863 1864 a Don Marcial Cabrera, como Alcalde pedáneo del pueblo del Mojón. El buen corazón de los habitantes del Mojón queda patente ante el llamamiento realizado en las islas para socorrer a los hermanos pobres y necesitados de santa Cruz de Tenerife, con motivo de las terribles enfermedades que padecían, colaboraron con Fanega y media de cebada y siete pesetas con treinta y dos céntimos recaudados por una comisión dirigida por Marcial Pérez y Gregoria León.
Las grandes hambrunas que padece Lanzarote, también hacen efecto en el Mojón, ello obliga a la emigración, Uruguay, México y Venezuela son los países preferidos. De 1863 a 1883 emigran del Mojón 69 personas, familias completas salieron de este pueblo, como los León Rodríguez, Ramón Fernández, Cabrera Pérez, Pérez Rodríguez, Los León Betancort y cuyas edades estaban desde un niño de 1año hasta un señor de 69 años, que emigraba reclamado por su hija.
A partir de 1900, el Mojón inicia su decadencia, la juventud abandona el pueblo, pues la agricultura apenas daba para el sostenimiento de la familia y la gente se trasladaba a la capital o los grandes núcleos de población, donde el negocio y la pesca ofrecían otras oportunidades. La cerámica había quedado reducida a la trabajada por un par de familias y que terminó en los años 30 con Doña Joaquina.
De los 43 edificios registrados en los años 60, únicamente quedaban en pié unos 30 y el número de habitantes había quedado reducido a u nos 120, es decir los mismos que tenía en 1725.
El 27 de noviembre de 1917 es nombrado cartero interino peatonal de este pueblo José Figueroa Cabrera.
En años 30 y 50 son numerosas las peticiones para celebrar bailes con motivo de la festividad de San Sebastián. En 1936 las solicitudes las hizo Manuel Hernández Pacheco y en 1950 Marcial Robayna Méndez.
En 1937 era nombrado alcalde pedáneo Domingo Castillo Perdomo.
Los Roferos del Mojón, significaba para sus habitantes un remedio muy importante para la construcción de los enarenados. Por eso en 1946 cuando se plantea realizar el camino que debía atravesar los Roferos, el pueblo del Mojón se manifestó en contra del mismo, por lo menos basta que se retirara la arena y así aprovechar los cerca de cinco metros que tenía de altura la cantera que iba a ser inutilizada si se construía el camino. A esta protesta se unió también el Ayuntamiento de Teguise, que dirigió escrito al cabildo Insular el 28 de febrero de 1946.
Terminamos aquí las reseñas históricas de este pueblo, porque creemos que el presente y el pasado inmediato, forma parte de la historia, de las futuras generaciones. Historia que los habitantes de este noble pueblo, azotado por tantas penurias en su pasado, continuarán escribiendo, para que los hijos de sus hijos, se sientan orgullosos de la actual generación.