Fuente: El norte – Volumen 1- 1994
Las formaciones sedimentarias de arenas marinas arrastradas por el viento, se conocen como jables (del francés sable). La zona más extensa cubierta de arenas fósiles, y que se conoce con el topónimo de El Jable, es la franja que comienza en el norte, en Bahía Penedo junto a la Caleta de Famara, y que se extiende hacia el sur entre las laderas de los volcanes de Soo, Pico Cuchillo, Tinajo, Timbaiba, del Clérigo Duarte, Tao y Guatisea al oeste y Riscos de Famara, Montaña de Chimia y los volcanes de Ubique, Maneje y Zonzamas al este.
Las arenas que entran por el norte, formadas por fragmentos de conchas marinas y gránulos calcáreos, empujadas por el viento atraviesan toda la isla y llegan al sur formando las playas de la costa entre Arrecife y Puerto del Carmen. En El Jable los agricultores utilizan la arena como enarenado natural. Al igual que sucede con el picón, la arena impide la evaporación del agua y los efectos negativos del sol. Se obtienen de estos cultivos enterrados en jable excelentes cosechas de sandías, calabazas, tomates, melones y batatas. Estas últimas pueden cultivarse en cualquier época del año y se exportan principalmente a Holanda e Inglaterra.
La forma de cultivar en este desértico terreno consiste en excavar agujeros en el jable y depositar dentro abono y, luego de colocar sobre él las semillas, taparlos con arena. Para controlar el movimiento de la arena los agricultores colocan en las parcelas sembradas bardos de paja de cebada en sentido transversal y longitudinal a la dirección del viento. Este sistema de cultivo ahorra el 50% del agua que en otras circunstancias normales precisaría la planta para desarrollarse.
Los movimientos de las arenas de El Jable, junto con las erupciones volcánicas, han influido decisivamente en la historia de los pueblos del alrededor, que en muchas ocasiones quedaron sepultados bajo las arenas o las lavas.